Los mercados financieros y la industria tecnológica esperaban con cierta ansiedad los resultados de Nvidia, sobre todo para comprobar hasta qué punto el bum de la inteligencia artificial pincha como una burbuja o más bien se consolida como un negocio de largo recorrido. Y la historia ha vuelto a dejar un sabor agridulce. Por un lado, la cifra de negocio de Nvidia sigue disparada, pero, por otro lado, los inversores siguen sin fiarse del todo y las acciones cayeron después de la presentación de los números. Esta dinámica mixta subraya la compleja dinámica que enfrenta la compañía: un crecimiento imparable impulsado por la IA, pero bajo la constante incertidumbre de las tensiones geopolíticas con China y las elevadas expectativas del mercado.
El gigante tecnológico con la mayor capitalización bursátil del mundo ha vuelto a pulverizar récords de ingresos y beneficios en su segundo trimestre fiscal, demostrando su dominio casi absoluto en la era de la inteligencia artificial. Entre mayo y julio, la compañía radicada en Santa Clara (California) alcanzó un récord histórico de ingresos, con 46.743 millones de dólares, un crecimiento anual del 56%, y un beneficio de 26.422 millones de dólares, un 59% más que hace un año. Estos resultados superaron las ya estratosféricas expectativas de Wall Street en muchos aspectos, con un beneficio por acción de 1,10 dólares, por encima de los 1,05 estimados.
El motor principal de este crecimiento es, sin duda, su negocio de centros de datos, que ha disparado sus ingresos un 56% hasta los 41.096 millones de dólares, acaparando ya el 88,4% de sus ventas totales. Muy atrás queda el tiempo en que Nvidia era sobre todo un fabricante de procesadores gráficos para la industria del gaming. La venta de chips para los centros de datos que sostienen los grandes modelos de inteligencia artificial son definitivamente el «corazón de la compañía», y la demanda de sus procesadores H100 y, sobre todo, de su nueva y ultrapotente plataforma Blackwell, es prácticamente infinita en estos momentos. Grandes clientes como Amazon, Google, Microsoft y Meta están adoptando masivamente la arquitectura Blackwell, con presupuestos combinados de nada menos que 750.000 millones de dólares para centros de datos en los próximos dos años. Es decir, que, en principio, Nvidia todavía tiene mucho margen para crecer.
La acción de Nvidia acaba cediendo
Sin embargo, y pese a estos números, la acción acabó cediendo al final del día hasta un 2%. El crecimiento del negocio de centros de datos es fuerte, pero ligeramente inferior a lo previsto por los analistas, que esperaban alrededor de 41.290 millones de dólares en este periodo.
Además, Nvidia sufre las consecuencias de la guerra comercial y geoestratégica con China, que en gran parte se juega en el terreno de la computación y la inteligencia artificial. Las estrictas restricciones a la exportación impuestas por el Gobierno de Estados Unidos han impactado significativamente en uno de sus mercados más lucrativos para la compañía que dirige Jensen Huang. La directora financiera de Nvidia, Colette Kress, reconoció el impacto negativo del veto a China. Antes de las sanciones, China representaba una porción considerable de los ingresos de la división de centros de datos, cifra que ahora se ha desplomado.
Los efectos indeseables del veto a China
Nvidia ha intentado sortear estas limitaciones desarrollando versiones especiales de sus chips menos potentes, como el H20, que cumplen con la normativa de exportación. Sin embargo, la acogida en el mercado chino ha sido tibia, y gigantes tecnológicos como Alibaba o Tencent están buscando activamente alternativas nacionales, principalmente de Huawei con su chip Ascend 910B.
Jensen Huang ya ha admitido que la situación con China es todo «un desafío» y un asunto incierto. A nadie se le escapa que las restricciones de venta de chips par IA de última generación a China finalmente se pueden volver contra la industria estadounidense y sobre todo contra Nvidia porque están incentivando la creación de un ecosistema tecnológico chino autosuficiente y competitivo.
Para calmar a los accionistas e inversores, la compañía anunció un nuevo y «histórico» plan de recompra de acciones por valor de 60.000 millones de dólares. Además, las previsiones de ingresos para el tercer trimestre fiscal apuntan a unos ingresos de 54.000 millones de dólares, superando las expectativas de los analistas. Todo indica que dentro de tres meses, con la presentación de los resultados de Nvidia del tercer trimestre, la industria de la inteligencia artificial y el mercado bursátil volverán a ponerse ante el espejo, para comprobar si viven una burbuja injustificada o si hay fundamentos para seguir batiendo récords.