La leyenda del balonmano español dirige al AS Albatro en el Torneo Handball de Benidorm y reivindica el valor de disfrutar del juego mientras recuerda los orígenes humildes del éxito nacional.

Agosto toca a su fin y, con él, también lo hace la pretemporada del balonmano en España y en el resto de Europa. En Benidorm, donde el calor no da tregua, se dan cita esta semana tres grandes actores de este deporte en el Viejo Continente. El Balonmano Servigroup Benidorm, el Eón Alicante y el AS Albatro italiano se medirán en el Torneo Handball 2025 que tendrá lugar en el Palaud’Esportsl’Illa.

Pocas horas antes del partido inaugural, que enfrentará a los anfitriones con el conjunto transalpino, el entrenador de estos últimos disfruta del alivio que del calor ofrece la sombra del frondoso ficus monumental que preside una de las áreas comunes del Colegio Internacional Lope de Vega.

Junto a él, hablando de los recuerdos de dos vidas dedicadas a la pasión común por el balonmano, IvanNikcevic, exjugador y actual director deportivo del Club Balonmano Benidorm. Artifice que AS Albatro venga a jugar el Torneo Internacional Handball 2025 y residan en las instalaciones del Colegio Internacional Lope de Vega. Hablan de esa pasión y, claro, del calor. “Tendrías que ver el calor que hace en Siracusa”, dice Garralda quitándole hierro a los casi 35º del mediodía benidormense. “En Benidorm está haciendo un calor bonito. Siracusa en julio es dura, aunque en agosto baja la temperatura”. De su tierra, de Navarra, al menos en este aspecto “mejor no hablamos”, bromea el técnico navarro.

Mateo Garralda (Burlada, 1 de diciembre de 1969) lo ha sido todo en el balonmano español. Más de 450 partidos disputados. Más de 1.800 goles anotados. Seis veces ganador de la Copa de Europa, tres Recopas continentales, una Copa EHF, cuatro Supercopas de Europa, ocho títulos de Liga Asobal, tres Copas del Rey, una Liga danesa… y con la selección, campeón del Mundo en Túnez (2005), tres playas y un bronce en los Europeos y dos bronces olímpicos.

Dicen que mirar a los ojos a un gran depredador es asomarse a un abismo negro de muerte. Sin embargo, mirar a los ojos de este depredador de títulos es hacerlo a un azul lleno de vida. Pero, eso sí, con ese brillo tan característico de los que, cuando salen a cazar, no entienden volver sin su presa. Lo hacía como jugador y ahora, desde el banquillo, imprime ese mismo sello.

Garralda apura el cortado y pasea por las instalaciones del Colegio Internacional Lope de Vega, un espacio que aúna deporte y formación académica, y que ha sorprendido al veterano entrenador.“Al principio, teníamos cierto susto por aquello de venir a un colegio, pero cuando llegamos vimos que esto es otra cosa. Las instalaciones son espectaculares”.

“Un lujo para atraer talento”

El Lope de Vega, además de su apuesta educativa, mantiene un sistema de becas en colaboración con el Club Balonmano Benidorm, con el que pretende atraer talento joven. Una idea que conecta de inmediato con la memoria de Garralda. “Contar con este tipo de iniciativas y colaboraciones es un lujo”, dice el navarro, quien recuerda su etapa adolescente en la residencia Blume de Barcelona.

“Recuerdo que uno de ellos principales valores de esa residencia era precisamente eso, que los chavales de 12, 14 o 18 años teníamos el colegio o INEF literalmente al lado. Sólo tenías que cruzar la calle. Eso es un gran valor que hace que los padres se puedan sentir seguros de que sus hijos van a estar cuidados, de que van a estar en unas buenas instalaciones y de que esa misma institución va a velar para que a nivel académico su hijo se desarrolle”, subraya.

Un test antes de la liga italiana

La visita a Benidorm, más allá de la experiencia vital, es también la última prueba antes del inicio de la liga italiana, que arranca en apenas una semana. En su equipo, el AS Albatro de Siracusa, “tenemos jugadores que no tienen experiencia internacional y este torneo es un gran test para ellos”, explica.

Sobre todo, porque “el balonmano español es muy táctico, con jugadores que quizá no tienen una fuerza física espectacular, pero que saben jugar muy bien. En Italia todavía estamos creciendo en ese aspecto, por eso para mis chavales es muy motivante medirse aquí a rivales extranjeros”.

Barcelona 92, un legado con pudor

Hablar con Garralda es también viajar inevitablemente a una época dorada del balonmano español. Integrante de aquella generación que puso el deporte en boca de todos tras Barcelona 92, se muestra hoy crítico y pudoroso con su propio legado.

Garralda reconoce que de vez en cuando ve partidos de aquella época, aunque “soy muy exigente conmigo mismo. A veces los veo y pienso ‘¡qué bien lo hacía!’, y en otros veo un desastre”.

Con todo, lo que sí llegó con el tiempo fue la valoración personal de los éxitos logrados en aquella etapa de su vida. “Con el paso de los años he podido ir viendo la emoción que conseguimos transmitir a muchas personas” aunque también asegura que captar esa emoción por completo “llegó en momentos muy concretos”.

Algunos, tan concretos como el vivido en Pamplona, “cuando unas abuelas de más de 80 años, con el bastón en la mano, venían y te abrazaban y te decían ‘muchas gracias por lo que estáis haciendo’. Que eso te lo diga un chaval de 20 años lo puedes entender, pero una señora de 80 años… eso sí me causaba mucha emoción y mucha ternura, porque veías hasta donde llegabas”.

Incluso con esas, reconoce que “respecto a los éxitos, me cuesta mucho hablar de mí. No lo hago ni en público ni en privado”, aunque también es capaz de identificar el momento de inflexión del balonmano español. Mateo Garralda lo sitúa “sobre todo, con el Europeo de España y los Juegos de Atlanta. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que estábamos ahí y de que, además, íbamos a poder pelear por las medallas” e insisten en que “eso no hubiera sido posible sin el trabajo de los que nos precedieron”.

La pasión de los entrenadores invisibles

Esa memoria le lleva también a reivindicar a quienes cimentaron el balonmano español en la sombra.“He conocido jugadores que trabajaban por las mañanas y luego luchaban por estar entre las diez mejores selecciones. Y entrenadores que ni cobraban y que hasta pagaban los bocadillos de su bolsillo. El gran éxito del deporte español se debe a esa gente que hizo un sacrificio brutal por pasión”.

Preguntado por el paso de jugador a entrenador, Garralda confiesa que fue un tránsito casi automático.“En Portland San Antonio, después de entrenar, me quedaba con Alberto Martín probando cosas. Fue él quien me dijo que por qué no me hacía entrenador. Ahí se me encendió la bombilla. Siempre me gustó la táctica, analizar lo que pasaba en defensa o en ataque. Lo que no imaginaba eran los dolores de cabeza de gestionar a 14 o 16 jugadores”.

Un Benidorm “perraca”

Del Balonmano Servigroup Benidorm, rival en el torneo y aspirante a regresar a Asobal, habla con humor y admiración cuando se le pregunta por las opciones del equipo de MarkoKrivokapic de regresar a la élite a final de temporada. “Voy a usar una expresión de Muchachada Nui: tienen una plantilla muy ‘perraca’ (ríe). Es un grupo que sabe lo que hace y eso siempre es un acierto. Ascender es otra cosa, palabras mayores, y ahí está Burgos, que lleva años intentándolo. Pero enfrentarse a ellos en la primera jornada, en su casa, es bueno: la presión es suya desde el inicio. Para mí quisiera esa misma situación”.

El consejo a los jóvenes: disfrutar sin castigos

La conversación se cierra mirando al futuro, a los chavales y chavalas de la base que sueñan con alcanzar la élite. A ellos les anima, sobre todo, a no perder la pasión. “He podido hablar muchas veces con algunos de los mejores jugadores del mundo y recuerdo algunas de esas conversaciones durante la pandemia, cuando nos encerraron. Hablaba con ellos para animarlos porque estaban jodidos por no poder ir a entrenar. Todos ellos tenían una misma cosa en común: una pasión desenfrenada por el balonmano”.

Sin embargo, prosigue la leyenda del balonmano español, “también hablo con chavales jóvenes de 14 o 15 años y veo que se meten demasiada presión y eso es algo que no puedo entender. Con esa edad, lo que tienes que hacer es disfrutar de tu pasión. Dicho de otra manera: tu pasión no puede ser un castigo”.

Por ello, concluye, “los padres y los entrenadores tenemos que empujarlos hacia el disfrute de su pasión. Y la pasión también implica que tú quieres ir a por ese objetivo. Si vas a por ello y estás bien acompañado, hay buenas posibilidades de que el camino sea realmente muy bonito. Después, y que nadie se lleve a engaño, la competencia para llegar al máximo nivel es muy alta, pero el camino puede ser espectacular”.