Era el día. La etapa de La Vuelta a España de este viernes entre Andorra y Cerler, que ponía el broche de oro en el mítico puerto de l’Ampriu, prometía alta tensión, emoción y una afición volcada con los corredores en unas rampas de vértigo. Dicho y hecho. Gritos de ánimo, banderas, pancartas, pintadas sobre el asfalto la mayoría dedicadas a los corredores de casa… La afición puso todo de su parte para que se viviera una atmósfera mágica en el corazón del Pirineo. En los últimos siete kilómetros de carrera -el puerto hacia l’Ampriu– miles de aficionados se agolpaban para dibujar un pasillo de honor. De esos que solo se forman en el ciclismo de alta montaña.
Por la enorme afición que aguarda el ciclismo en el norte de España y Francia, esta séptima etapa iba a ser especial. Muchos de los aficionados llegaron ya el día de antes para acampar con tiendas de campaña y aclimatarse en condiciones. «Frikis» del ciclismo. Así se definen Diego Sevilla y Ricardo Ortega, dos amigos de Navarra que presenciaron en la cuneta los últimos kilómetros de carrera, la parte más especial de la etapa. «Vinimos con la furgoneta ayer por la tarde, montamos todo el chiringuito, con las sombrillas, las mesas y todo, y la verdad que hoy se nos ha hecho muy largo hasta que llegaba el momento». Cómo no, «merece la pena siempre venir al Pirineo. Somos unos frikis de la bici, las grandes vueltas, y este año también estuvimos en dos etapas del Tour de Francia. Ver a los corredores literalmente al lado, con el deporte que es que para mí es el más duro con diferencia, no tiene precio».
Ocho kilómetros desde Cerler hasta l’Ampriu con una pendiente media del 9% en donde el ambiente se multiplicaba por 1.000. Era el tramo de repechos, con rampas de hasta el 15% y donde espectadores y aficionados venidos de la zona y otros diversos países como Portugal, Gran Bretaña, Bélgica, Dinamarca o Colombia han vuelto a hacer mágico este final de etapa. No era para menos. La gloria, para el español Juan Ayuso al concluir en 4 horas y 49 minutos.
En medio de la interminable subida hasta l’Angliru se encontraba también Mateo Blasco, vecino de Huesca, con su familia y una buena cuadrilla de amigos: «Teníamos vacaciones y ya lo teníamos previsto. Nos venía bien y queríamos aprovechar el paso por aquí, que es increíble. Es un espectáculo lo que se está montando desde ayer con todo el ambientazo y la gente haciendo el mismo recorrido. Aprovecharemos a pasar un día en el campo con los amigos y la familia y esperar el paso de los corredores y de la caravana, que está al caer».
«Mi confianza estaba puesta en Samitier»
Blasco, que se había situado en una de esas curvas cerradas en donde el asfalto se empina, puntualiza que «este punto es interesante por el hecho de que bajan de Cerler con un desarrollo, y aquí tendrán que empezar a cambiar». Remarca que otros amigos «están pensando subir un poco más arriba porque la perspectiva es mayor y te permite ver cómo van los demás corredores, no solamente el paso que son solo unos segundos». ¿Una porra? «Mi confianza está puesta en Samitier. Vi el ‘Pericopuerto‘ que hizo hace unos días y se le veía con ganas y súper animado. Castrillo también podría estar ahí después de haber aguantado muy bien el otro día. Se le ve muy fuerte y no me extrañaría que la liase», opinaba el aficionado aragonés.