Exhibirse sin escuchar, el modo de Juan Ayuso para festejar su éxito en Cerler. (Josep LAGO | AFP PHOTO)
Un día después de haberse dejado sus opciones de brillar en la general de la Vuelta, el español del UAE Juan Ayuso ha encontrado un poco de redención. El penúltimo «niño bonito» del ciclismo español ha brillado en la cima de Cerler, presentándose en solitario en una cima que ha visto ganar a corredores de la talla de Cubino, Pedro Delgado, Fabio Parra o Roberto Laiseka, en buena medida por la aquiescencia de un pelotón. Salvo una arrancada de su compañero de equipo Joao Almeida, no ha pasado la subida a Cerler de unos pocos tiros de fogueo, sin que haya dejado cambios en la general, con el noruego Torstein Traeen (Bahrain) manteniendo el maillot rojo, por más que haya pasado un breve momento de crisis.
«Ha sido una de mis mejores victorias. Sabía que Visma no me iba a dejar escapar en el proceso de ‘arranca-para’, por lo que he tenido que hacer el alto de Cantó solo, donde he tenido que sufrir mucho», ha indicado el propio Ayuso en la meta, mucho más racional en sus palabras que en sus gestos, ya que no ha tenido mejor idea que entrar en la meta tapándose los oídos, en referencia a las críticas que le han llovido tras su petardazo camino de Pal, por no hablar de su mal Giro, en el que fruto de una caída se vio obligado a abandonar la Corsa Rosa.
Solo tiene 22 años el corredor alicantino y la clase que atesora no se compra ni se vende, aunque su actitud todavía levanta demasiadas dudas. Sea como fuere, el alto de Cantó ha sido testigo del demarraje del español de UAE, yéndose en solitario en una suerte de «suicidio» que, paradójicamente, ha podido evitar cuando sus compañeros de aventura le han echado el guante.
Aparte de Ayuso, su compañero y ganador en Pal Jay Vine (UAE), Mads Pedersen (Lidl-Trek), Sean Quinn (Education First), Damien Howson (Q36.5), Harold Tejada (Astana), Brieuc Rolland (Groupama), Joel Nicolau (Caja Rural), Raul García Pierna (Arkéa), Kevin Vermaerke (Picnic), Eduardo Sepúlveda (Lotto) y Marco Frigo (Israel) han formado una marcha aventurera con muchas papeletas para el éxito, toda vez que el pelotón ha dado sus bendiciones.
El don de la oportunidad
La pelea por los puntos por la montaña ha sido de lo poco que ha roto parcialmente la concordia en el grupo de escapados, en el que salvo una intentona de Vine para, emulando a lo que hizo el jueves, poner tierra de por medio antes de la ascensión final, apenas si ha habido movimientos serios para quebrar la cohesión. Por detrás, con el Bahrain dejando una distancia prudencial y sin que Visma ni UAE hicieran además de poner «ritmo de caza» hasta el último tramo, la vida ha seguido plácidamente para los fugados.
Y como si de una clase de montaje paralelo de Griffith o un Aleph se tratase, justo cuando el Visma ha puesto ritmo al frente del pelotón justo antes de comenzar a subir Cerler, Juan Ayuso ha vuelto a quedarse en solitario al arrancar del grupo de escapados, con Jay Vine, después de su brillante victoria en Pal, ejerciendo de gregario de Joao Almeida, al punto de dejarse caer hasta el pelotón después de haber controlado a los rivales de Ayuso en los kilómetros previos, luego de su amago de fuga.
El alicantino, que en la víspera se dejó ir para perder 12 minutos, ha arrastrado consigo a Marco Frigo en su primer intento, pero el italiano del Israel se ha quedado descolgado en el segundo intento del penúltimo «niño bonito», demostrando que cuando tiene la oportunidad de brillar deja de padecer dolores y otras insuficiencias físicas.
Por detrás, aunque Visma ha tomado la responsabilidad de ponerse a tirar del pelotón, el ritmo tampoco ha sido machacón en esos primeros kilómetros de subida, que coinciden con lo más duro de la escalada a Cerler. Lo que ha aumentado las posibilidades de la aventura en la fuga. Raúl García Pierna ha intentado saltar desde atrás para cazar a Ayuso, pero apenas si ha cazado a Frigo, sin poder acercarse más a las opciones de victoria de etapa. «Juan ha tenido un puntito más», ha admitido.
La carrera se dormía en el pelotón, pero Marc Soler y Joao Almeida han «asustado» al gran grupo poniéndose en cabeza del mismo a unos seis kilómetros para la meta, prometiendo una «sesión de tarde» que buena falta le está haciendo a la ronda hispana para salir de la inercia pura.
Y con cuatro kilómetros largos por subir, Almeida ha arrancado con un ataque de esos a largo plazo, arrastrando a Ciccone y Vingegaard, pero descolgando en un primero momento al líder Traeen, Egan Bernal y Jorgenson.
No obstante, ese primer intento de largo alcance se ha convertido en una sucesión de arrancadas y frenadas sin demasiado fuste, que ha tenido como consecuencia que los descolgados del primer demarraje, incluyendo el maillot rojo, hayan ido soldándose de a poco a la rueda de los favoritos.Ni el propio Vingegaard ni Ciccone, que en principio siguen pareciendo ser los dos hombres más fuertes de la ronda hispana, han querido darle continuidad a la cosa, así como tampoco el propio Almeida, que tras este pequeño test –que en ningún caso ha puesto en peligro la victoria de Ayuso– ha decidido ir con el grupo, siendo su compañero Marc Soler quien se ha animado sacarle unos pocos segundos al gran grupo con todo por decidirse. Por delante, Ayuso ha entrado tapándose los oídos y celebrando su victoria.
La Vuelta retoma el terreno llano, con una etapa de 163 kilómetros entre Monzón Templario –que así se llama la línea de salida– y Zaragoza, una llegada al sprint que solo la presencia del viento puede enredar.
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