En pleno verano, cuando el calor aprieta y las calles se llenan de ruido y turistas, las librerías se convierten en un oasis inesperado. Entre estanterías, portadas y novedades los lectores encuentran no solo un respiro físico (por el frescor, el aire acondicionado, la calma frente al ruido y el calor de la calle), sino también emocional (la tranquilidad de elegir un libro, las recomendaciones personalizadas de los libreros, la desconexión del bullicio turístico). Un espacio íntimo donde desconectar, conversar y dejarse llevar por nuevas historias.
Su clientela agradece el cambio de ambiente. Llegan a las librerías tras atravesar las turbulentas calles principales de Palma, haciéndose paso, como el salmón, entre una contracorriente de ‘guiris’ y gente que no sabe muy bien cómo llegar a la Catedral. Un recorrido por Ínsula Literaria, Biblioteca de Babel, Rata Corner, Quart Creixent, en Palma; y Univers Literari y Espirafocs, en Inca, revela cómo, en Mallorca, las librerías siguen siendo auténticos refugios de verano.
Durante estas fechas, Ínsula Literària se convierte en un resguardo frente al calor y la masificación de Plaça d’Espanya. «Los libros son viajes mucho más baratos que un avión», resume el propietario de la librería, Adrià Garcias, que señala cómo los clientes buscan lecturas ligeras, de bolsillo y fáciles de llevar a la playa. Aunque la afluencia de consumidores suele bajar y la librería cierra unos días a principios de agosto, quienes acuden lo hacen con previsión: «Compran varios títulos de una vez para tener lectura suficiente durante las vacaciones», explica el propietario. Más allá del frescor del aire acondicionado, «aquí encuentras silencio y paz, algo que no ofrece la calle», apunta. El trato cercano y las recomendaciones personalizadas marcan la diferencia con las grandes superficies: «Muchos lectores llegan con sugerencias vistas en redes sociales», pero confían en el criterio de sus libreros para afinar la elección.
A una calle de distancia, en Sant Miquel, La Biblioteca de Babel ofrece un contraste con el bullicio del exterior: frescura, silencio, música suave y hasta una vinoteca donde prolongar la estancia. «Aquí no echamos a nadie, incluso quienes llegan pensando que es un bar acaban hojeando libros», cuentan sus encargadas, Camille Rauel y María Bermúdez, quienes observan que en verano aumenta la visita de parejas jóvenes y turistas que buscan ediciones difíciles de encontrar o un recuerdo auténtico.
Su oferta sigue siendo cuidada y personal, aunque «un bestseller aquí no es el mismo que en unos grandes almacenes», comparan. Este espacio se convierte en un lugar de resistencia cultural: mientras fuera reina la prisa y la masificación, dentro la gente se toma su tiempo, conversa y se deja recomendar. «La gente busca algo más lento, más íntimo», coinciden.
Clientes de todas las edades han visitado Rata Corner para ojear las novedades que ofrece la tienda. Foto: M. À. CAÑELLAS
Por su parte, Rata Corner también combina librería, cafetería y papelería. «Mucha gente viene aquí a tomar un café o un refresco y a desconectar de su rutina», explica Ana González, dependienta del local. Entre semana notan más afluencia y lo que más se vende son thrillers, novela negra y libros de viaje: «Hay clientes que buscan lecturas relacionadas con sus destinos de vacaciones, como países bálticos o autores franceses».
Lejos de bajar la persiana en esta época, la librería mantiene sus actividades: presentaciones, club de lectura y la preparación del Festival Literatura Expandida a Magaluf (FLEM) para octubre. «Somos un punto de resistencia frente al turismo masivo; aquí casi todo lo que vendemos está en castellano y catalán», apunta González. Para muchos, entrar en Rata Corner es descubrir otra Palma: más íntima, más cultural, más auténtica.
Margalida Castell, la gerente de Quart Creixent, librería especializada en literatura en catalán. Foto: M. À. CAÑELLAS
Ubicada a unas calles del bullicioso centro de Palma, Quart Creixent resulta para sus visitante un remanso de paz. Una joya del pasado que mantiene su esencia y valores. «Los clientes lo notan enseguida, dicen que entrar aquí es como viajar en el tiempo», asegura la gerente de la tienda, Margalida Castell. En verano, los clientes buscan más traducciones de «novelas románticas o de misterio y asesinato, para desconectar». Los turistas, en cambio, entran más por curiosidad que con el objetivo de comprar.
Cabe destacar que Quart Creixcent apuesta por la literatura en catalán y por autores locales. Y para los turistas más ‘culturetas’, esta librería supone el lugar perfecto para comprar una guía de excursionismo o un recetario de las Islas, «un souvenir mucho más auténtico que un imán», destaca Castell, quien a su vez reivindica el papel del establecimiento como resistencia cultural en el centro de la ciudad.
Inca
En la Part Forana, en el corazón del Raiguer, Univers Literari se percibe como un oasis frente al calor y el ruido del centro de Inca. «Aquí hay silencio, aire fresco y calma; fuera hay coches y bocinas», defiende Miquel Prats. En verano los clientes entran con más tiempo y se dejan aconsejar, especialmente jóvenes y familias. La literatura juvenil romántica y fantástica domina la temporada, impulsada por las redes sociales, mientras que los adultos buscan «novelas ligeras, adictivas y fáciles de retomar».
Aunque en agosto cierran dos semanas, esta librería se mantiene como un lugar de encuentro. «Las lecturas en verano deben ser como la comida de esta época: ligera y fácil de digerir», dice Prats. De esta manera, los libros copiosos, muy enrevesados o que requieren más atención por parte del lector quedan totalmente descartados para muchos lectores. «Prefieren estar un rato leyendo, darse un chapuzón y seguir con la lectura sin perder el hilo», afirma.
Reabierta recientemente, también en Inca, Espirafocs se ha convertido en un santuario para lectores de todo tipo. «En verano, cuando fuera estamos a 38 grados, aquí dentro se está fresco y a gusto», señala su responsable, el músico y escritor Miquel Serra. Los clientes se acercan tanto a curiosear como a comprar, y casi siempre salen con un libro bajo el brazo. Los thrillers y libros de bolsillo destacan en estas fechas, aunque Serra insiste en combinar modas con títulos de calidad.
La programación cultural se ralentiza en los meses de calor, pero la intención es retomarla en septiembre, que arranca este mismo lunes, y abrir espacio a clubs de lectura organizados por los propios vecinos. Frente al turismo, el impacto es mínimo: «Los extranjeros entran por curiosidad, como si fuera una atracción más, pero rara vez compran». En todo caso, reivindica su esencia local: un templo de frescor y estímulo, y de donde, «aunque no compres nada, siempre sales estimulado por lo que has visto».