1# Archipiélago: La biografía lectora de Mariana Enriquez
Una de las colecciones más estimulantes de los últimos años es la llamada Lectores, de la editorial Ampersand, donde por encargo de su directora Gabriela Batticuore, y con bastante libertad, un puñado de escritores, artistas y críticos escriben su biografía lectora. Allí se reúnen Libros chiquitos de Tamara Kamenszain, Los libros y la calle de Edgardo Cozarinsky, Contramarcha de María Moreno y La lectura, una vida de Daniel Link, por mencionar solo algunos ejemplos muy logrados. Ahora le llegó el turno a Mariana Enriquez, que acaba de publicar Archipiélago, un ensayo personal de 300 páginas en el que profundiza en su formación lectora y en algunas obsesiones recurrentes.
Una de las cosas más interesantes de Archipiélago es el modo en que Enriquez articula los ejes de sus lecturas: construye una geografía propia compuesta por diversas islas temáticas (la isla de las momias, la isla tenebrosa, la isla de la juventud, la isla de las reliquias, la isla gótica y sureña, entre otras), donde se detiene en autores y obras específicas, en zonas precisas de interés y fascinación. Entre esas islas, intercala textos más breves titulados con nombres de elementos complementarios (los remos, las balsas, los mástiles, las redes, las boyas), en los que explora hábitos concretos: qué significa escribir blurbs o leer novedades por trabajo, qué opina de los audiolibros, dónde lee y de a cuántos libros a la vez, cuándo empezó a releer.
Como suma de muchas partes, al terminar el libro se percibe claramente ese mapa textual que fue tomando cuerpo. Logramos ingresar en él y, en cierta forma, mimetizarnos con su universo afectivo y literario a través de nuestros propios subrayados.
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¿Dónde se concentran sus lecturas centrales, sus obsesiones persistentes? Como muchos de sus lectores podrían suponer, en un canon personal poblado de figuras descarriadas, atormentadas y oscuras. Aparecen Cumbres borrascosas y la obra completa –y la copiosa bibliografía– de Rimbaud. También está el McCarthy brutal de Meridiano de sangre, el Borges de El libro de los seres imaginarios y la trágica pareja de Sylvia Plath y Ted Hughes, con sus poemas punzantes. Se suman el Cortázar melómano de “El perseguidor” y “Las ménades”, y, entre los poetas, nombres como Yeats, Keats, T. S. Eliot y Pizarnik.
Para quienes buscan los cimientos del terror y lo gótico en su obra, destacan las islas dedicadas a Stephen King (a quien, dice, se lo ha leído mal durante años), la investigación sobre Erzsébet Báthory (la famosa condesa sangrienta), y el universo abyecto de Dennis Cooper, de quien afirma coleccionar todos sus libros: “Leerlo fue transformador. Me hizo sentir incómoda y libre al mismo tiempo”.
Otro punto importante de sinceramiento es cuando se refiere a algunos nombres del canon universal que nunca la interpelaron: Thomas Pynchon, Lewis Carrol, Marcel Proust y Juan José Saer están en ese grupo. ¿Por qué, entonces, decide incluirlos de todas formas en este recorrido? Para aclarar que no se trata solo de decir “me gusta o no me gusta” tal estilo o tal autor, sino de indicar la propia falla: “Son escritores que no puedo, o que no sé, leer”.
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“Cuando pensé en este recorrido por mis lecturas, en estas islas que se conectan, sin orden pero naturalmente juntas, pensé en la lectura como una fiesta, como evasión, como puro placer. Y cuando me encontré con la escritura, resultó que hablaba mucho más de trabajo y esfuerzo que de deleite. Leer es una elección que consume tiempo que podría dedicarse a estar al sol, viajar, renovar vínculos, cocinar, bailar. ¿Cuánto será lo que no hago, lo que dejo de lado, lo que me pierdo, porque decido leer?”, dice Enriquez en otro pasaje muy honesto. Y se detiene en experiencias lectoras que implicaron cierta resistencia: querer leer a Emily Dickinson, por ejemplo, y no lograr conectar de inmediato. La insistencia, la concentración, el esfuerzo por descifrar lo que un texto oculta en sus engranajes o expresa en su selección léxica, habla de la lectura como lo que exige paciencia y dedicación.
En tiempos de inteligencias artificiales capaces de resumir libros extensos en segundos, estas prácticas nos recuerdan que muchas grandes obras se resisten a la simplificación. Dependerá de nosotras, como lectoras, cuánto estemos dispuestas a quedarnos en ellas hasta que llegue el deslumbramiento, que no suele ser inmediato.
En Archipiélago, Enriquez cuenta en distintas ocasiones cómo su acercamiento a ciertos libros fue a través de caminos poco ortodoxos. Por ejemplo, una remera que vestía Patti Smith con el rostro de Rimbaud despertó su curiosidad y la llevó a investigar quién era ese poeta. Llegó a Faulkner por las citas de Nick Cave al gótico sureño, y descubrió la obra de Shirley Jackson gracias a una dedicatoria en un libro de Stephen King. Esas búsquedas, guiadas por la fascinación hacia un artista, la condujeron hacia otros. En un gesto casi inverso, la autora de Nuestra parte de noche les deja a sus lectores todas las pistas a la vista: sus argumentos, sus claves, sus modos de leer, el relato de sus propias transformaciones.
Los fanáticos de Enriquez ya no necesitan leer entre líneas para intuir los ecos o las referencias que atraviesan su obra: ahora pueden guiarse con este mapa con la linterna que ella les pone en la mano. “Leer es una conversación con alguien que te entiende”, escribe en un pasaje. Archipiélago es, en ese sentido, un ensayo íntimo y a la vez público, que propone entrar en sintonía con las lecturas que marcaron una vida, y seguir esas huellas.
Foto: Sebastián Arpesella
#2 Una sombra voraz: la nueva obra de Mariano Pensotti y el Grupo Marea
Una sombra voraz es la nueva apuesta escénica del director y dramaturgo Mariano Pensotti y el Grupo Marea, una obra sensible e impactante en dosis iguales, interpretada por Diego Velázquez y Patricio Aramburu, que podría llegar a ubicarse en una categoría imprecisa de “teatro documental ficcional”. Es que lo que vemos en escena es la reconstrucción retrospectiva de la historia de un escalador que al alcanzar la madurez toma una decisión trascendental: subir la misma montaña, el Annapurna en Nepal, en la que desapareció su padre cuando él era pequeño.
Y el montañismo, con sus códigos, su entrenamiento, y sus imponderables, toma aquí una relevancia documental. “Esta obra surge de una cantidad de casos reales que me empezaron a fascinar y obsesionar en los últimos años. Es que a partir del cambio climático y el derretimiento de las nieves de las altas montañas empezaron a aparecer cadáveres de alpinistas desaparecidos en algunos casos hace muchas décadas. Me parecía muy fuerte y muy poderosa la imagen de la naturaleza devolviendo a los muertos que tenía ocultos durante décadas, una naturaleza violentada por el ser humano que de alguna forma responde de esta manera”, cuenta Pensotti sobre el germen de curiosidad que lo hizo querer ir más a fondo.
“Leí libros, miré muchos documentales, y fue muy interesante porque me encontré con un universo que desconocía. Descubrí también el libro de Petrarca que se menciona en la obra: Ascenso al Monte Ventoso. Ese libro fue parte fundamental del proceso de escritura, porque fue escrito en el 1300 y es el primer volumen en el que se cuenta la historia del ascenso a una montaña. Está narrado como algo real, pero luego se descubrió que es más bien una ficción, y que Petrarca no hizo ese ascenso de verdad. Me gusta que el libro tiene que ver con la idea de ‘transformación’: se dice que subió al Monte Ventoso como una persona medieval y bajó como un renacentista”, dice el director.
Pero además de trabajar con el verosímil alpinista y su campo simbólico, la obra reflexiona sobre la relación de dobles y pliegues que se establece entre padres e hijos. ¿Qué representamos cuando nos ponemos en el rol de otro? ¿A partir de qué hechos y gestos puede contarse una vida? ¿Y qué sucede cuando una historia real se adapta a la pantalla grande y sus protagonistas todavía no murieron? Diego Velázquez se pone en la piel de Manuel Rojas, un actor con una carrera oscilante que de pronto es elegido para representar al alpinista en la película sobre su vida. Manuel se ve entonces en la difícil tarea de recrear los hechos en la ficción y darles una épica cinematográfica. En esos roles e intercambios permanentes de identidades, los dos protagonistas –que no salen nunca de escena– van sumando capas de sentido y desplazamientos.
Hay que decir que es una obra más fácil de ver que de explicar: es que el ritmo está llevado por una narración sin baches, un texto bastante literario, y a la vez está llena de giros dramáticos y humoradas que nunca hacen perder el interés del espectador.
Pensotti es un dramaturgo y director que trabaja en complicidad con la escenógrafa Mariana Tirantte en todas sus producciones: juntos se ocupan de que el dispositivo escénico nunca sea decorativo, sino extremadamente original y funcional. “Nunca pensaríamos en poner unas rocas o un paisaje montañoso de fondo para recrear esa montaña. Las escenografías son parte de la máquina de contar historias y tienen una relación conceptual con lo que la obra desarrolla desde lo temático. Además, afectan los cuerpos de los actores. En este sentido, nosotros queríamos que esta fuera una obra pequeña, que pudiera representarse en una sala independiente, que se pudiera armar y desarmar”, dice el director sobre la gran pared facetada que limita y a la vez expande el espacio escénico. Se la puede mover, trepar, y además genera reflejos y dobleces, por tener uno de sus lados cubierto de espejos.
Una sombra voraz es una experiencia escénica que confía en la potencia de los textos. La narración y los cuerpos sostienen preguntas profundas sobre la representación y los dobles, y el espacio escénico y la música de Diego Vainer contribuyen a crear los climas precisos para dejar instaladas sugestivamente varias preguntas en el público, que se profundizan días después de haber visto la obra.
Funciones los sábados a las 20 horas y los domingos a las 18 horas en Dumont 4040, Santos Dumont 4040. Entradas a $22.000 acá.
#3 Últimas funciones de Las Reinas
Después de casi cuatro años en cartel con funciones agotadas, esta obra divertida y original empieza a despedirse. ¿Pero quiénes son Las reinas del título? Las geniales Paula Grinszpan y Lucía Maciel, encargadas de la dramaturgia, la dirección y los roles protagónicos que interpretan convirtiéndose en Diana y Daiana, dos hermanas gemelas bastante naifs que heredan un reino remoto que no entienden del todo, y ante el cual deben demostrar autoridad y valores. Pero lo que sucede es que a estas dos jovencitas inocentes la toma de decisiones y las resoluciones prácticas no se les dan del todo bien. Entonces, a partir de la pérdida de un ticket, la situación del reino se complica al punto de tomar ribetes inesperados.
La potencia de la obra está justamente en el vínculo entre ellas, y en cómo la burocracia absurda se convierte en un impedimento para que las cosas funcionen tal como tradicionalmente estaban previstas. ¿Puede resistir un reino feudal si sus representantes son tan torpes, o deberá sobrevenir un nuevo sistema político y económico? Entre el humor disparatado y la fantasía (y con escenas musicales que van haciendo avanzar el espectáculo), estas reinas delirantes encarnan situaciones aptas para distintos públicos. Es una obra que pueden ver tanto preadolescentes como personas mayores y reírse de cosas diferentes. Como dupla creativa, Grinszpan y Maciel tienen una presencia escénica contundente, que ahora también se expande en otros proyectos compartidos como Mona, una ópera serrana en el C.C. Morán.
Próxima función el sábado 18 de octubre a las 17 horas en el Teatro Astros. Entradas disponibles acá.
#4 IGGY POP en el Movistar Arena
Quienes hayan visto a Iggy Pop en vivo alguna vez saben que sus shows son demoledores y que su entrega es total. Tanto es así que a los ¡78 años! sigue girando por el mundo, y llega una vez más a la Argentina para presentarse el viernes 12 de septiembre en el Movistar Arena, con producción de Daniel Grinbank. Es la sexta visita del ex líder de The Stooges al país –la primera fue en 1988 y la anterior en el Festival BUE de 2016–, y en esta oportunidad promete revisar su trayectoria y tocar temas emblemáticos como “Lust for Life”, “The Passenger” y “I Wanna Be Your Dog”. Habrá que comprobar si una vez más la Iguana muestra la piel y hace sus pasitos espásticos. ¿Será la última oportunidad de ver toda su potencia en escena? Entradas desde $75.000 acá.
#5 El Lollapalooza 2026 anunció su line-up
El 13, 14 y 15 de marzo de 2026 tendrá lugar la edición número 11 del Lollapalooza y, como suele suceder, se va anunciando el line-up con anticipación. Esta última semana se supo quiénes serán los headliners y entre los nombres destacados están los de Sabrina Carpenter, Tyler, The Creator, Chappell Roan, Deftones y Skrillex. También serán de la partida Lorde (que tocó en el Lolla allá por 2016, cuando pocos la conocían), la banda de hardcore punk Turnstile e Interpol. Entre los artistas nacionales, hay para distintos gustos: Massacre y Ratones Paranoicos entre los más rockeros, Militantes del Clímax y Marttein entre los emergentes, y Paulo Londra, representante popular del trap y el reggaetón. Falta saber cómo se repartirán estos artistas en los 5 escenarios y sobre todo cómo serán sus cruces a lo largo de los tres días de festival.
Más información y entradas anticipadas en lollapaloozaar.com
Foto de portada de Mariana Enriquez: Sebastián Freire
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