Jaime Alguersuari Escudero (Barcelona, 35 años) se entretiene con sus pulseras y anillos, cuando conversa con EL PERIÓDICO. Los toquetea y hace girar ligeramente con las manos, a la vez que varios corazones plateados rodean su cuello. “Siempre lo llevo puesto. El amor es la solución a todo”, explica refiriéndose al colgante plateado que luce bajo su recortada barba. Y con la mirada de un niño, —arropado por una camiseta de ‘El libro de la selva’— pero con la madurez de un adulto, recuerda sus vivencias como expiloto de la Fórmula 1.
Una etapa de “aprendizaje radical”, en la que llegó a ser el piloto más joven en debutar en el Gran Circo: 19 años, cuatro meses y tres días. Más de una década después de alejarse del ruido de los motores, la escudería Toro Rosso y la academia de jóvenes pilotos de Red Bull, tras coquetear con la Fórmula E y volver a competir en karts por el camino, ahora vibra con otras “frecuencias”. Las de la música. Unas que también le hacen subir de revoluciones, pero ya no al mando de un monoplaza de carreras.
De pequeño, ¿era de los que cantaba en el coche?
Sí, sí, sí. Y en esa época, vi una película que marcó mi vida. Se llama ‘Fantasía’. Es de Walt Disney y la recomiendo a niños y adultos. Son animaciones que recogen las mejores obras clásicas de la historia: Mozart, Bach, Beethoven… Eso para un niño pequeño era como una cascada de sensaciones y sentimientos. Me la ponía repetitivamente.
¿Cuántas veces la ha visto?
Más de 30. Cada verano, mi padre me la ponía. Me embobaba. Todos los personajes de Walt Disney tenían una actividad. Una acción. Cada una de ellas se relacionaba con una historia técnica de la música. Era impresionante.
«Cada mes, tengo entre cinco y 10 sueños por la noche. Aún pienso que estoy allí: conduciendo y compitiendo»
¿Se identificaba con algún personaje en concreto?
Supongo que sí [risas]. Siempre tienes a tu favorito. Mickey Mouse era inquietante. Hacía la función de ‘El aprendiz de mago’, pero después la pifiaba. Eran épocas mágicas que ya no se viven. Sin pantallas, ni tantos videojuegos.
¿Qué papel jugó la música en su adolescencia?
Aquella fue la mejor etapa de mi vida. Toda mi juventud la pasé en Ibiza. Veraneaba allí. Mi relación con la isla estaba muy vinculada con mis amigos. Practicábamos deporte al aire libre: motocross, karting… Comprábamos discos, nos enseñábamos la música y debatíamos sobre quién tenía la canción más chula. Teníamos un garaje donde guardábamos de todo. Había una cabina de DJ, una mesa de mezclas y giradiscos [dibuja las formas con las manos].
Con 16 años hizo su primera sesión como disc-jokey. En Ibiza, precisamente.
Fue gracias a un amigo. Él era mayor de edad. Me dejaron poner una canción y fue allí la primera vez que sentí la importancia del DJ. Fue un punto de inflexión para entender que me gustaba mucho la música y, sobre todo, entenderme más a mí mismo.
¿Lo consiguió?
Comprendí que la música tiene un impacto en el ser humano increíble. Es una religión. Nos une. Y que era más grande que mi propio ego y mi voluntad de ser piloto de coches.
Jaime Alguersuari posa para ‘El Periódico’ en la sede del diario / RICARD CUGAT / EPC
¿Le hubiera gustado que su padre le regalara un piano, en vez de un kart, a los siete años?
Mi padre quería un hijo piloto. Supongo que a todos los padres les hace ilusión que su hijo se dedique a lo que a ellos les atraía. A mí también me hacía ilusión eso. Me encantan los coches y me gustaron mucho durante mi etapa como profesional. Pero no puedes combatir contra algo que entra en tu vida, te gusta y es superior a ti. Hacer música es arte.
Uno de sus nombres artísticos es DJ Squire. En español, ‘squire’ significa escudo. ¿Se ha puesto escudos en la vida?
Muchos. Ahora ya no. Cuando eres un personaje público, la opinión social te afecta y es muy importante que tengas tu escudo. Que no se viole tu privacidad. Sobre todo por tu confianza. De repente, llegas a la F1 y la gente asume una opinión de ti que puede ser totalmente falsa. Entonces, te das cuenta de qué va la vida y has de mantener una mentalidad dura, resistente y fuerte. Cuando me retiré, yo estaba muy dolido con lo que me había pasado en la Fórmula 1.
¿Es más necesario protegerse en el mundo de la música o en el de la F1?
En todos los de la vida. He aprendido mucho de los errores que cometí y lo que me pasó en la F1. Aterricé muy temprano y me pasaron muchas cosas demasiado pronto. Pero no me arrepiento de nada. Fue un aprendizaje radical e interesante.
Sin la música, ¿qué sería diferente para usted?
No tendría sentido la vida. Cuando hablamos de música, nos referimos a frecuencias. Ahora mismo, hay varias: mi voz, el sonido ambiente,… Cuando las juntas, creas un sentimiento que va más allá de todo. El cerebro genera ese placer de escucharla. No es algo comparable a conducir un coche rápido.
«Verstappen es el mejor piloto de la historia. Han creado a un animal, pero no sé si es feliz»
¿Cómo se llevan los egos en esta industria?
Es el principal rival de todos los artistas y del ser humano. Pensar que somos superiores a alguien es una tontería. Formamos parte del sistema, pero has de hacerlo sin que te intoxique. Es un equilibrio. Cada cual debe entender que no existe el mundo perfecto. Después de llegar a la academia de Red Bull, no entendía por qué no podía continuar con un coche competitivo. Pero la vida no es lo que a veces uno se espera.
¿Está en paz con el mundo del automovilismo?
Mucho. Tengo claro que el trabajo que hice fue pluscuamperfecto. Probablemente, habría podido mejorar mi actitud fuera del coche. Manejar las frustraciones. Fernando Alonso, dos veces campeón del mundo, lleva años sin ganar. Su mentalidad es la de la aceptarlo, pero yo no admitía que mi posición era estar el 14 o el 15. Cuando éramos séptimo u octavo, se sentía como una victoria. Pero esa no era nuestra posición real.
¿Fueron injustos con su despido?
Me costó años entender esa decisión. Pero debes actuar de manera madura y entender que la vida continúa. Tampoco es justo que Carlos Sainz, con cuatro carreras ganadas en Ferrari, no esté entre los 15 primeros del Mundial. La vida es ondulante como decía Josep Pla. La diferencia la hace la cabeza. Por eso me gusta tanto el golf.
¿Qué le atrae de ese deporte?
Es el mejor a nivel mental. Te pone en tu sitio. Juegas contra el peor enemigo: tu ego.
¿Cambiaría algo de aquella época?
No disfruté mi estancia en la Fórmula 1 y me hubiera gustado vivirla más. Tenía siempre una angustia interna. Con mi edad actual, lo hubiese gestionado diferente.
Jaime Alguersuari pilotando el STR5 en el Gran Premio de Europa 2010 / MIGUEL LORENZO
¿El qué?
Declaraciones, prensa… Tenía una buena imagen fuera del equipo y la gente veía los resultados. Pero no sentía una estimación de ciertos personajes de Red Bull Racing hacia mí. Tampoco hacia mi excompañero, Sebástien Buemi. Tengo la conciencia muy tranquila. Sé que di el 120% con aquel coche. Si ganas a tu compañero de equipo y lo pones en lugares que no le corresponden… No te puedes marchar, te has de quedar. Sobre todo, cuando estaba en mi mejor momento técnico y profesional.
A día de hoy, ¿se le viene a la cabeza algún momento relacionado con la F1?
Cada semana [piensa]. Cada mes, tengo entre cinco y 10 sueños por la noche. Muy extraños. Aún pienso que estoy allí: conduciendo y compitiendo. Veo una carrera de Fórmula 1 y me pasa. Me dediqué en cuerpo y alma a ese deporte desde los nueve años. No tuve una buena despedida de la F1 y busqué en Squire un rincón donde esconderme. A nivel psicológico, no estaba bien. Necesité ayuda.
¿Ha superado cómo se marchó de Toro Rosso?
Está aceptado, pero ese trauma siempre estará. Lo que pasó en la Fórmula 1 y ese despido permanecerá en mi vida. En mi corazón. Me sabe mal encontrarme a gente por la calle, que se pare y me diga: “Qué pena lo que te hicieron”. No quiero que lo vean así, porque fue muy bien. Podría haber ido mejor, pero no quiero culpar o señalar a nadie. Busco ver las cosas de forma positiva y optimista. Es cierto que, a partir de ahí, perdí la magia, el amor y las ganas por el automovilismo. No quería saber nada de eso.
¿En qué es mejor el Jaime Alguersuari de hoy que el de ayer?
Intento estar más en paz que ayer. Para mí, eso es mejorarme. Todo el mundo tenemos nuestros issues [problemas], pero saberlos identificar y entenderlos está bien para continuar hacia delante.
«Lo que pasó en la Fórmula 1 y ese despido permanecerá en mi vida»
¿De qué manera llega a ese estado?
Me considero una persona muy tranquila. Cuando estoy con mis amigos, los de verdad, me hacen sentir bien. Estoy en paz. Chill [relajado].
¿Tiene miedo de que algún día su pasión por la música se diluya?
Nunca se disipará por varios motivos. La música no es una competición y es muy subjetiva. En cambio, el automovilismo es más matemático. Perdí el amor por él. Por la Fórmula 1 o el sistema de la Fórmula 1. Es verdad que la música también lo tiene. Todo. Pero es terapéutica y cuando estás triste o contento, siempre puedes acudir a ella.
¿Qué es para usted el amor?
Sentir que estás conectado a algo. A las cosas. A la vida. Aquello que te haga feliz. Por eso, todo lo que pasó, me habría gustado que fuera de otro modo. Pero la historia es maravillosa. Increíble. Por ejemplo, Max Verstappen es el mejor piloto de la historia. Han creado a un animal, pero no sé si es feliz.
¿Por qué?
Cuando te lo encuentras, es una persona que solo piensa y respira Fórmula 1. Es decir, no hay nada más en su vida que bajar del coche, irse al hotel, estudiar la telemetría y ponerse en un simulador para saber cómo puede ir una milésima más rápido. Igual no necesita nada más, pero yo no quiero ser eso.
¿La competición lleva a esa obsesión?
Hay muchas personas que hemos estado allí dentro y hemos vivido eso. Cuando tú corres, odias a tu compañero de equipo. Vives con ese odio constante. Le has de ganar. Ahora ya estoy en un sector muy diferente al de la Fórmula 1, pero vives toda la vida con esa sensación. También porque nosotros fuimos educados en Red Bull.
Jaime Alguersuari posa para ‘El Periódico’ en la sede del diario. / RICARD CUGAT / EPC
Hace dos años, creó con Loïc Le Joliff [fundador del Brunch Electronik festival] el proyecto musical, Pole Position. ¿Se le hizo extraño entender que un compañero no es un enemigo?
Sí. Un compañero ha de ser una ayuda. Siempre. Cuando te juntas con alguien es porque quieres crear algo que contribuya más de lo que tú haces. Loïc tiene unas virtudes que yo no tengo y yo tengo unas que él no tiene. Nos repartimos las tareas en función de eso. Trabajar con él, me recuerda a mi época en Red Bull. Es muy exigente.
En la Fórmula 1, ¿se ponía música antes de empezar una carrera?
Escuchaba a Mob Moby: un productor de música electrónica de los 90. Hizo dos álbumes que me encantaron: The B Sides y Go. Todavía los oigo.
Ahora, cuando va en el coche conduciendo, ¿qué escucha?
De todo. Primero, depende del camino. Si estoy en un pueblo perdido, si llueve o si hace sol. Son situaciones diferentes, con sentimientos distintos. La clave es pensar que siempre hay una canción para cada momento.
Si tuviera que poner una banda sonora a su vida actual, ¿cuál sería?
‘Fantasía’.