Se solaparon en el tiempo: uno arrasaba en las plataformas y la otra tuvo un paso discreto, al menos en España, en salas. Adolescencia, seguramente la serie más popular de cuantas se han estrenado a lo largo de este año, compartió momento (que no momentum) con La tutoría, que está disponible en el streaming de España gracias a Filmin.
Entre el argumento de ambas, se producía esa intersección azarosa que solo genera el cine: tanto Adolescencia como La tutoría abordaban la tragedia de descubrir que tu hijo adolescente podría ser un criminal. Sin embargo, la forma de aproximarse a esta cuestión hace divergir a La tutoría de Adolescencia: en la segunda, la catástrofe se expande a todas las partes implicadas, incluyendo al propio hijo, mientras que en La tutoría la cámara concentra su atención en una madre que intenta entender que, quizá, su hijo es un violador.
¿De qué trata ‘La tutoría’?
Una madre es llamada a una tutoría de emergencia, a la que también asiste otra pareja. La mujer descubre, en el primer momento, que la cita es seria: tras varios titubeos, la profesora la informa de que uno de los amigos de su hijo lo ha acusado de violación. A diferencia de Adolescencia, en la que se sigue en tiempo real y de forma nada ambigua la responsabilidad del niño protagonista, en La tutoría nunca se abandona el colegio en el que, supuestamente, ha ocurrido la violación. El niño que monopoliza las conversaciones nunca aparece en pantalla.
En varios instantes del metraje, La tutoría se sustrae de su carácter naturalista para sumergirse en el subconsciente de su protagonista (Renate Reinsve), auténtica focalizadora de la trama y cuyas vicisitudes internas no pueden trasladarse mejor a la pantalla de lo que se hace mediante ese perturbador ataque de risa extemporáneo que la domina durante minutos. La tutoría nunca transgrede los límites que su propio guion se ha impuesto: el espectador sabrá todo cuanto sepa la madre de Armand (el niño acusado de violación). Lo demás, tendrá que suponerlo.
La tutoría ganó el premio a mejor ópera prima en su edición del Festival de Cannes, que fue a parar al noruego Halfdan Ullmann Tøndel. El nombre quizá no diga gran cosa (apenas cuenta con 35 años), excepto por su primer apellido, Ullmann. No es baladí: Halfdan es nieto de Liv Ullmann e Ingmar Bergman.
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