Henrik Stenson, aquel jugador que en 2022 renunció a la capitanía europea de la Ryder Cup estando ya nombrado para sumarse a la aventura del LIV Golf, está viviendo un giro tan inesperado como doloroso para su carrera. El sueco ha perdido sus derechos de juego en la liga saudí tras finalizar en el puesto 49 de la clasificación individual de la temporada 2025.

La ironía es evidente. Stenson, que en su momento asumió un enorme coste deportivo y de imagen al dejar el circuito europeo y ceder el honor de liderar a Europa en la Ryder Cup de Roma, no ha conseguido consolidarse en el LIV. Tres años después de su controvertida decisión, el escandinavo se encuentra sin equipo asegurado y obligado a ganarse el puesto desde cero.

El sueco es el nombre más ilustre dentro de la lista de seis jugadores descendidos, entre los que también figuran Andy Ogletree, Mito Pereira, Yubin Jang, Anthony Kim y Frederik Kjettrup. Todos ellos deberán pasar por el LIV Promotions Event -la especie de escuela clasificatoria que se disputa en diciembre en Riad- o buscar alternativas a través del Asian Tour y sus International Series para recuperar un puesto en la élite del circuito financiado por Arabia Saudí.

El caso de Stenson, sin embargo, trasciende lo puramente deportivo. Su marcha al LIV se convirtió en un símbolo de la fractura que vivió el golf mundial y de las tensiones entre el nuevo circuito y las instituciones tradicionales. Hoy, el campeón del Open de 2016, en aquel llamado duelo al sol ante Phil Mickelson, afronta un futuro incierto. Sin la Ryder, sin la seguridad de un equipo en el LIV y con la necesidad de reinventarse si quiere volver a competir al máximo nivel.

El tiempo dirá si este descenso supone un punto final en la trayectoria de Henrik Stenson o si el sueco encuentra la manera de abrirse camino en un escenario que, paradójicamente, ayudó a transformar.

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