La Vuelta a España nunca decepciona. Ni siquiera aquellas etapas marcadas en el calendario como jornadas de transición, en las que nada se sale del guion, están desprovistas de ese encanto que impregna cada kilómetro de la ronda española, ya sea por los lugares en los que se desarrolla o por las historias que desencadena.
Este paradigma se ajusta a lo acontecido en la jornada aragonesa, con inicio bajo el imponente Castillo Templario de Monzón y final en el Paseo de María Agustín, bautizado así en honor a iuna de las heroinas de la Guerra de la independencia. Dos lugares impregnados de misticismo en los que, sin embargo, la fantasía tuvo poca cabida.
Ayer, de la mano del Decathlon AG2R La Mondiale, SPORT pudo vivir desde dentro del coche del equipo todo lo acontecido a lo largo de la etapa 8 de La Vuelta a España 2025, en la que el gran favorito Jasper Philipsen terminó imponiendo su ley en el desenlace más lógico de una llegada al sprint.
Belgian rider Jasper Philipsen of the Alpecin–Deceuninck team, right, wins the eighth stage of La Vuelta from Monzón to Zaragoza, Spain, Saturday, Aug. 30, 2025. (AP Photo/Miguel Oses) / Miguel Oses / AP
Con el desgaste de Pal y el Cerler todavía reciente en las piernas y un calendario tan exigente por delante, la etapa 8 no era la indicada para derrochar esfuerzos. Luke Roberts, Sports Director del Decathlon AG2R, ya nos puso sobre aviso de que su equipo no quemaría todas las naves en Aragón, del mismo modo que tampoco lo hizo el resto del pelotón. Debían existir buenos motivos para realizar un sobreesfuerzo, motivos como los de Sergio Samitier.
Barbastro se volcó con su héroe local
Adelantados a la salida para acudir a la primera zona de avituallamiento, los coches de los equipos que tomaron la delantera fueron los primeros testigos de lo que le esperaba a Samitier en Barbastro. Todo vecino y vecina del municipio oscense salió a la calle para volcarse con su héroe local, al que esperaban con decenas de pancartas y un estruendo abrumador.
Sabedor de que podía encontrarse con un recibimiento a la altura de los más grandes, el del Cofidis no tardó en ser parte de una temprana fuga de la que Joan Bou (Caja Rural-Seguros RGA) y José Luis Faura (Burgos-Burpellet) también fueron partícipes. Como no podía ser de otro modo, pañuelo al cuello con motivo de las fiestas, Samitier entró a Barbastro como cabeza de carrera para darse un baño de masas que no olvidará nunca.
«La escapada era una misión imposible», confesó Samitier una vez finalizada la carrera. Durante kilómetros y kilómetros, el del Cofidis pudo permitirse la licencia de soñar con apuntarse una victoria de etapa en una Gran Vuelta, que además hubiese sido su primer triunfo como profesional.
Este, de momento, tendrá que esperar, pero de sus declaraciones posteriores se desprende que no lo cambiaría por lo vivido hoy. «No ganaré lo que gane Pogacar, ni Ayuso, ni Vingegaard, pero ojalá quisieran ellos tener la afición que tengo yo«, admitió emocionado.
Philipsen se encargó de cumplir el guion
Desde las colinas de la primera zona de avituallamiento, pudimos divisar a tres ciclistas que se dirigían decididos hacia nosotros. Tuvieron que pasar cuatro minutos hasta que, por esas mismas carreteras, apareció el resto del pelotón, en el que ninguno de sus integrantes parecía tener la más mínima intención de dinamitar la jornada. Viendo que el primer tramo era notablemente más duro que el segundo, debieron pensar que la fuga caería por su propio peso.
Los kilómetros se sucedían, se iban dejando atrás municipios y, si bien es cierto que la distancia se iba reduciendo progresivamente, el trío español seguia escapado. Por detrás, en un día en el que no debía de haber lugar para las sorpresas, el Visma tuvo que intervenir para cambiar las bicicletas de Campenaerts y Jorgenson, mientras que Eric Fagundez engrosó la enorme lista de abandonos por enfermedad del Burgos Burpellet BH, que ya cuenta con seis efectivos menos.
Los pequeños incidentes no sembraron el caos ni evitaron que terminase cumpliéndose el guion esperado. La entrada a Zaragoza terminó sepultando las esperanzas de los fugados, que renunciaron a la victoria de etapa al ser absorbidos por un pelotón que se preparaba para el frenético final.
La capital aragonesa es sinónimo de sprint, y no hay mejor sprinter en el pelotón que Jasper Philipsen. Favorito en todas las quinielas, la ajustada llegada al Paseo de María Agustín no impidió que el del Alpecin cruzase la meta con el puño en alto. Como sucedió en la jornada inaugural en Novara, sabía que nadie podía arrebatarle el triunfo.