Black Sabbath es una de las más grandes bandas del heavy metal y del rock en general. Formada en Birmingham por Tony Iommi, Ozzy Osbourne, Geezer Butler y Bill Ward, la banda tuvo idas y vueltas: a finales de los 70 despidieron a Osbourne por su feroz adicción a las drogas, y allí concluyó lo que, para muchos, fue la mejor etapa. No sería hasta el siglo XXI que volverían a reunirse en el estudio y, semanas atrás, hicieron su despedida de los escenarios junto a Ozzy. A continuación, los cuatro mejores discos de Black Sabbath.
4. Sabotage (1975)
Este es considerado por muchos como el último gran disco de Black Sabbath mientras Osbourne aún formaba parte de la banda. Tres años después, los ingleses editarían su álbum final junto al cantante —hasta la reunión de 2013 para 13—, y esto ya se percibía en las fuertes tensiones del grupo, que comenzaban a afectar la música. Sin embargo, Sabotage sigue siendo un disco uniforme, potente, con ideas novedosas y calidad compositiva.
3. Sabbath Bloody Sabbath (1973)
En 2009, Ozzy dijo que este era su «último gran disco», el equilibrio justo entre la robustez de sus inicios y el contraste de una búsqueda más experimental. Para él, ese fue el pico creativo. La banda profundiza su estética ligada al gótico y al mundo del terror en canciones como la que da nombre al disco —en la que se imprime la vena metalera, pero también la inspiración que The Beatles significaban para Osbourne— y «Sabbra Cadabra», canción de fuerte impronta setentosa en la que incluso incursionan en un costado más glam.
2. Master of Reality (1971)
En este tercer disco, Sabbath refina su sonido y explora con más fuerza el heavy metal desde las secciones de canciones, el virtuosismo en guitarras y los ritmos más pesados. Canciones como «Sweet Leaf» y «Children of the Grave» fueron las más exitosas del álbum y lo convirtieron en uno de los discos mejor valorados de la banda.
1. Paranoid (1970)
Este es el disco más vendido de Black Sabbath y también uno de los mejor valorados por la crítica y el público. Se trata de su segundo álbum, en el que logran definir fuertemente su estilo a través de éxitos como «Iron Man» y «War Pigs», que se volvieron himnos del metal.