Entre otras cosas, ‘The Smashing Machine’, la nueva película de Benny Safdie, nos sitúa ante el desafío de tener que categorizarla. ¿Estamos ante un film de entretenimiento, que se adhiere sin disimulo a los códigos del cine deportivo, con sus dosis de competitividad y su culto a la victoria? ¿O quizá se trata de un ejercicio puramente autoral, en el que el hermano pequeño de los hermanos Safdie demuestra que, sin Joshua, también es capaz de retratar un claroscuro existencial escapando de todo moralismo? ¿O puede que estemos ante un vehículo para el lucimiento de su protagonista, Dwayne “The Rock” Johnson, que capitaliza su complexión hercúlea para ofrecer una de esas interpretaciones dramáticas que tanto gustan a los miembros de la Academia de Hollywood? Y, por último, ¿podría ser que todo lo anterior sea solo una fachada tras la cual se esconde una película política de primer orden, en la que Safdie y Johnson desmontan el imaginario exitista y ególatra que propaga, entre otros, el presidente de su país?

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Cada una de las caras de ‘The Smashing Machine’ arrastra sus luces y sombras. Empecemos, por ejemplo, con la hipótesis que perfila el film como un puro divertimento. Por un lado, es evidente que Benny Safdie goza de lo lindo observando a Dwayne Johnson repartir coces y mandobles en la piel de Mark Kerr, uno de los pioneros de la versión más salvaje de la lucha libre, conocida como la MMA (mix martial arts), y representada actualmente por la UFC (el Ultimate Fighting Championship). Solo hay que fijarse en cómo filma Safdie los combates de Kerr/Johnson, situando la cámara en los bordes del ring, nunca en el interior, rompiendo así con el referente ineludible de ‘Toro salvaje’ y adoptando el punto de vista de un fan del espectáculo, en primera línea del show. Además, ‘The Smashing Machine’ sabe explotar los clichés del cine entregado a la épica deportiva: lo demuestra una secuencia de preparación para un gran combate que homenajea a ‘Rocky’, pero sustituyendo el ‘Gonna Fly Now’ de Bill Conti por una versión del mítico ‘My Way’. Safdie quiere conquistar las aguas del cine popular, y lo logra con creces, incluso si ello supone alejarse de los excitantes principios estéticos que habían marcado su trabajo junto a su hermano, marcado por el frenesí más vertiginoso.

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Luego, en lo que se refiere a la cuestión autoral, no hay duda de que Benny Safdie, siguiendo con disciplina el ejemplo de Martin Scorsese, se pone del lado de su imperfecto protagonista para mirar de frente a las profundidades del alma humana. Esto ha sido siempre la especialidad de los hermanos Safdie, que convirtieron en héroes contemporáneos a padres irresponsables (‘Go Get Some Rosemary’), jóvenes pordioseros y amorales (‘Good Time’), y ludópatas con un punto narcisista (‘Diamantes en bruto’). Con el personajes de Mark Kerr, la misión de despertar la simpatía del espectador se antoja aún más sencilla, en cuanto que la película lo muestra como un hombre noble y cariñoso, leal con sus amigos y generoso con sus fans. Claro, el problema podría ser que se trata de una figura que ha hecho de la agresión física su profesión (este crítico no puede ocultar su repudio respecto a la cultura vinculada a la UFC), pero Safdie logra imbuir al personaje de Kerr de una humanidad resonante. Cuando le vemos caer en la adicción a los opiáceos, sentimos su dolor, y cuando le recomienda al más joven de sus fans “no meterse en peleas”, dan ganas de abrazarlo.

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La siguiente hipótesis –la que describe ‘The Smashing Machine’ como un vehículo para el lucimiento de Dwayne Johnson– es fácil de confirmar. Solo hay que echarle un leve vistazo a la campaña de promoción de la película, o a todo el buzz que está a punto de crearse en relación con las posibilidades de que Johnson esté nominado al Oscar. Lo cierto es que The Rock lo pone todo para que ‘The Smashing Machine’ sea una película no solo espectacular, sino también emotiva. Observar sus movimientos ampulosos y vigoréxicos genera una sensación extraña, entre la impresión y la compasión. Y es justamente esa compasión la que busca exaltar la película, mostrando a Kerr como un gladiador moderno que llegó demasiado pronto a su trono (hoy en día, las estrellas de la UFC ganan millones de dólares, mientras que en los años 90 cobraban sueldos medios y solo eran conocidos en Japón, la cuna de este espectáculo atroz). Johnson brilla sobre el cuadrilátero, se gana el favor de la audiencia, e incluso logra resolver, sin deslumbrar, dos tareas complejas: evocar la desesperación de un hombre vampirizado por la sed de victoria y dar verosimilitud a la pirotecnia melodramática que se impone en la difícil relación de Kerr con su novia, Dawn Staples (Emily Blunt, eficiente, como siempre).

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Por último, está la cuestión ideológica y política, que emerge con fuerza desde el principio del film. Encontramos a Kerr en el año 1997, ya establecido como un guerrero que ha labrado su leyenda sobre su probada imbatibilidad. De hecho, la premisa de la película anida en una escena en la que un periodista japonés le pregunta a Kerr qué sentiría si perdiese un combate. El luchador, absolutamente desconcertado, se muestra incapaz de articular una respuesta, pese a que pone un gran esfuerzo en el intento. Sin embargo, como en toda gran historia, los obstáculos irán enfrentando a Kerr con sus límites, hasta el punto de que, más allá de sus ascensos y caídas, el personaje se irá viendo obligado a mirar más allá de la dicotomía del triunfo y el fracaso. Y es sobre ese cambio de paradigma que Benny Safdie construye su descarnada y a la vez afectiva reflexión sobre una América cuya única posibilidad de supervivencia pasa por la superación de su quimérica y hoy desbocada sed de “grandeza”.

Para descubrir verdades profundas en un pozo de la sangre y testosterona

Lo mejor: La reflexión sobre la cultura del triunfo.

Lo peor: Se echa de menos el filo estético de las anteriores películas de Benny Safdie (junto a su hermano Joshua).

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Ficha técnica

Dirección: Ben Safdie Guion: Ben Safdie Reparto: Dwayne Johnson, Emily Blunt País: Estados Unidos Fecha de estreno: 3-10-2025 Género: Drama Duración: 123 min.

Sinopsis: La historia real del luchador Mark Kerr (Dwayne Johnson), figura clave en el origen de la UFC, que retrata su meteórico ascenso y caída en el brutal mundo de las artes marciales mixtas, al que se enfrentó con coraje y el apoyo incondicional de su mujer Dawn Staples (Emily Blunt). Una vida llena de ambición y sacrificio del que fue dos veces campeón de este torneo.

Headshot of Manu Yáñez

Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.

Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros. 

En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.