En «La culpa de ser mujer», su primera obra firmada, Antonio Italiani recupera varios testimonios de finales del siglo XIX y principios del XX para contar la vida de las mujeres gallegas que, entre fábricas y hogares llenos de violencia, se apoyaban entre ellas para sobrevivir. Inspirado en su gran referente, Emilia Pardo Bazán, mezcla realidad y ficción para rendir homenaje a una resistencia tantas veces silenciada.

¿Cómo describiría la obra en una frase?

Trato la lucha de cómo las mujeres salían adelante, como sufrían golpes delante de sus hijos y tenían que callar y sonreír. Las niñas querían estudiar y no podían por ir a las fábricas de salazón donde se dejaban los dedos. A los hombres los tengo un poco fuera del protagonismo aunque también hay.

¿Qué testimonio destacaría?

Hay uno de O Grove en el que se tiene que desplazar una niña de unos 15 años a Vigo que en ese momento tenía 24.000 habitantes. Se asusta de lo grande que es porque O Grove tenía cerca de 4.000. Hablo de cómo se creó el primer hospicio y la acogida de gente humilde, de pobres que estaban totalmente tirados en la calle.

¿Qué quiere representar con el libro?

Una lucha. La obra comienza a finales del siglo XIX y cuenta la lucha interminable de las mujeres para sobrevivir y cómo se apoyaban entre ellas. Mi lema es que las mujeres sangran desde que nacen, primero con el cordón umbilical, luego con la menstruación y también al dar a luz.

¿En qué momento decidió que debía recopilar estos testimonios?

Hace un par de décadas. El acercarte a una persona mayor y conseguir que se abran contigo lleva mucho tiempo. Son historias íntimas, de familia. Al principio te rechazan un poco y, además, al ser un hombre tienes que ir creando confianza poco a poco. Es la primera obra que firmo.

En el libro mezcla hechos reales con ficción. ¿Cómo maneja ese equilibrio?

Es peligroso porque hay descendientes, pero aviso que está basado en historias reales ficcionadas, además, tan solo conservé algunos nombres para evitar relacionar los hechos. Está escrito en naturalismo puro y duro, intentando emular el estilo de mi referente Emilia Pardo Bazán. Soy un estudioso de su obra. Hay un capítulo dedicado a ella, por su carácter de luchadora y todo lo que hizo por A Toxa y O Grove.

¿Cree que puede servir también como herramienta de denuncia en la actualidad?

La obra no nace por las denuncias. Después de la publicación hubo una serie de mujeres que se dirigieron a mí, pero no me quiero meter, para eso están las instituciones. El libro está teniendo mucho éxito, lo que me extraña es que no tenga una crítica negativa. Uno de los objetivos es que saquen el valor de apoyarse y revelarse contra las injusticias.

¿Con cuántas personas habló para llevar a cabo «La culpa de ser mujer»?

Escuché las confesiones de unas quince o veinte mujeres, más o menos. De diferentes partes de Galicia, historias de A Coruña, Vigo y, por supuesto, O Grove.

Es el primer libro que publica a su nombre, ¿por qué?

Estaba escribiendo bajo seudónimo, pero siempre tuve una debilidad: la protección a las mujeres. Lo llevas dentro desde niño, por eso traté de plasmarlo. O Grove es un punto de inspiración, tenemos escritores, músicos, pintores, deportistas, es un sitio único.