La Plaza de Toros de Torreón, que lleva el nombre de uno de los matadores laguneros más reconocidos a nivel internacional, Valente Arellano, es un coloso que se resiste a morir. 

A pesar de que desde agosto de 2015 no se celebra la fiesta brava en este recinto, debido a la entrada en vigor de la Ley Antitaurina en Coahuila, el lugar mantiene viva su esencia a través de la memoria y la resistencia de sus propietarios.

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Esta plaza tiene una gran historia. En lo personal la quiero mucho, porque aquí tomé la alternativa, precisamente el 15 de septiembre de 2001, de manos de Manolo Mejía y con El Conde como testigo. Desafortunadamente, es una gran tristeza que esta plaza haya quedado en el olvido desde 2015”, compartió el matador en retiro Jorge Mata.

El ruedo fue inaugurado el 25 de noviembre de 1934 con una corrida protagonizada por Fermín Espinosa ‘Armillita’ y Francisco Martín Caro ‘Curro Caro’, con toros de San Mateo. Durante los años ochenta, cuando comenzó su decadencia, fue rescatado por los empresarios locales Joaquín García Cruz, Jaime Cantú Charles, Javier Cantú y Blas Sosa, quienes lucharon por preservar la tradición taurina, logrando que la fiesta brava se televisara a nivel nacional.

“Como la plaza ya estaba tan deteriorada, decidieron levantarla de nuevo, y para eso había que organizar eventos. Comenzaron con novilladas, pero la gente no iba. Si eran en domingo, preferían ir al fútbol; se cambiaron a los sábados, pero aun así la asistencia era baja. Entonces, al entrar mi esposo en todo esto, pensó que había que darle más luz a la Plaza por la gran institución que representa para México. Logró convencer a la gente en la Ciudad de México para que se televisaran las corridas, y eso le dio mucho auge”, relató Luz María Leal de Cantú, una de las propietarias del inmueble.

Los esfuerzos por sobrevivir

Una congregación cristiana intentó adquirir el lugar; sin embargo, las dueñas decidieron mantener la esperanza de que algún día regresen las corridas al recinto más antiguo de la Región Lagunera. Actualmente, el lugar se renta para funciones de lucha libre, aunque los ingresos no son suficientes para su mantenimiento. 

Fue inaugurado el 25 de noviembre de 1934 con una corrida protagonizada por Fermín Espinosa ‘Armillita’ y Francisco Martín ‘Curro Caro’, con toros de San Mateo.

Jorge Mata, matador en retiro.| Archivo

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En muchas ocasiones, las propietarias invierten más de lo que se genera para conservar la imponente construcción diseñada por el arquitecto Cesáreo Lumbreras.

“El inmueble ha sobrevivido porque tanto las hijas de Don Joaquín García Cruz como yo hemos tratado de mantenerlo, pagando predial, luz, agua, limpieza… todo lo que implica un edificio de este tamaño. Hemos tenido funciones de lucha libre los domingos, pero no es que se llene la plaza; simplemente se usa el ruedo. Es importante que la gente tenga otro lugar a donde ir. Esta plaza es algo tan grande e importante, que Torreón merece conservar este coloso, no como un elefante blanco, sino como un lugar que pueda disfrutarse”, lamentó la señora Cantú.

Por este emblemático recinto taurino, ubicado en la colonia Moderna, al poniente de Torreón, han pasado matadores, novilleros y rejoneadores que dejaron huella en la comarca. 

Figuras como Curro Rivera, Pablo Hermoso de Mendoza, Julián López ‘El Juli’, Manolo Martínez, David y Alejandro Silveti, Arturo Gilio, Manolo Capetillo y, por supuesto, Valente Arellano, se han presentado ante un público entusiasta que llenaba sus más de seis mil localidades, en un ambiente profundamente familiar.

“Dicen por ahí los que saben, que por las noches se escuchan los ecos de cuando vino Manuel Benítez ‘El Cordobés’, de cuando en un martes se suspendió el comercio para recibir a Manuel Rodríguez ‘Manolete’. Hablamos de los años cuarenta. También vinieron Silverio Pérez, Carlos Arruza, y se realizaron charreadas de lujo con Salvador Barrera y los Becerril. Incluso, Pedro Infante llegó en motocicleta. Hoy, verla así de triste, es como ver la tumba de Francisco Villa”, recordó con nostalgia el cronista taurino Don Fernando Ibarra.

El cronista también lamentó que un conflicto político haya afectado a la fiesta brava y a las múltiples fuentes de empleo que generaba el llamado ‘recinto del arte’. 

Subrayó que, aunque en México la tauromaquia enfrenta trabas legales, en países como Francia y España se han comenzado a blindar legalmente las corridas. 

Mientras tanto, en nuestro país sobreviven grandes temporadas como las de Aguascalientes, que mantienen viva la tradición.

Coloso en abandono

Hoy, la plaza luce deteriorada: maleza crecida, maderas carcomidas, muros descarapelados y una ausencia casi total de mantenimiento. 

Sin embargo, hace poco más de una década, el lugar albergó una escuela de novilleros, de la cual surgieron figuras como Ricardo Castro, Aurelio Mora, Mario Mora, Arón Hinojosa, Joselí Ibarra y el propio Jorge Mata. 

Fue inaugurado el 25 de noviembre de 1934 con una corrida protagonizada por Fermín Espinosa ‘Armillita’ y Francisco Martín ‘Curro Caro’, con toros de San Mateo.

La Plaza de Toros de Torreón sigue siendo un importante espacio social y cultural, con capacidad para hasta ocho mil personas. | Archivo

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Tras la prohibición en Coahuila, esta iniciativa se trasladó a la Plaza de Toros Alberto Balderas, en Ciudad Lerdo.

“Desde su inauguración en 1934 con Armillita Chico y Curro Caro, esta plaza ha sido un parteaguas a nivel nacional, un semillero de grandes toreros en la historia de la tauromaquia nacional e internacional. Nombres como Valente Arellano y Arturo Gilio le dieron renombre a La Laguna”, enfatizó con orgullo el matador lagunero.

En 2019, la plaza fue oficialmente nombrada Plaza de Toros Valente Arellano, en honor al matador fallecido en 1984, cuya estatua de bronce custodia la entrada principal. 

Como un centinela eterno, su figura espera el día en que las luces, la música y los olés vuelvan a resonar en este espacio cultural, símbolo de una tradición que, pese a los embates del tiempo y la política, se niega a desaparecer.

Un ícono se reinventa

La Plaza de Toros de Torreón, hoy conocida como Plaza de Toros Valente Arellano, continúa siendo un emblema cultural de la región Lagunera. Inaugurada el 25 de noviembre de 1934, este histórico recinto fue diseñado por el arquitecto Cesáreo Lumbreras y destaca por su ruedo de 36.6 metros de diámetro, el segundo más grande del país en su época.

Fue inaugurado el 25 de noviembre de 1934 con una corrida protagonizada por Fermín Espinosa ‘Armillita’ y Francisco Martín ‘Curro Caro’, con toros de San Mateo.

Tras la prohibición de las corridas de toros en Coahuila en 2015, el espacio fue adaptado para recibir una variedad de eventos.| Archivo

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A lo largo de las décadas, la plaza ha sido testigo de la evolución del entretenimiento en la ciudad. Tras la prohibición de las corridas de toros en Coahuila en 2015, el espacio fue adaptado para recibir una variedad de eventos, desde funciones de lucha libre hasta bodas y espectáculos privados.

Con capacidad para albergar hasta seis mil asistentes sentados —y ocho mil si se incluye el ruedo—, la Plaza de Toros mantiene su relevancia como punto de encuentro social y cultural en Torreón, conservando su valor patrimonial en la historia de la ciudad.

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