Martes, 2 de septiembre 2025, 11:27
Hay relaciones que están condenadas a reencontrarse una y otra vez, un paraguas en el que podría englobarse la del Balonmano Nava y Álvaro Senovilla, que protagoniza el periplo más largo de un técnico en el banquillo del club segoviano desde que empezara su auge en el balonmano nacional al iniciar este curso su cuarta temporada seguida, la octava en tres etapas. «En los tiempos que corren, es muy importante. Y estoy muy agradecido. Queríamos un proyecto que fuera sólido y creo que se está consiguiendo». El pucelano explica lo positivo del «handicap» de una población pequeña, por debajo de los 3.000 habitantes en el padrón. «Hay mucha gente que tiene mucho amor al club, se ve en el trabajo que hacemos con los jóvenes. Mi primera dedicación es el equipo de Asobal, sí, pero como no soy nuevo, mi implico en muchas cosas que están alrededor del club». La figura que Juan Carlos Pastor, uno de sus mentores, definió como entrenador de proyectos: crear más allá del resultado de un año.
Una estabilidad que se traduce en los cambios justos de banquillo. Las últimas destituciones fueron las de Diego Dorado en diciembre de 2020, con el equipo en descenso, y la de Zupo Equisoain tras materializarse la caída a División de Honor Plata en 2022. «Es muy positivo dar oportunidad al proyecto más que al resultado del corto plazo. Ahora estamos recogiendo el fruto a algo que ha sido duro de trabajar». Pese a no renunciar a nada, la única exigencia del club cada año es mantener la categoría. «Eso nos da mucha estabilidad».
43
victorias
ligueras lleva el Nava con Álvaro Senovilla como entrenador en las últimas tres temporadas: las 18 en División de Honor Plata del curso 22-23, las 14 del regreso a Asobal en la siguiente y las 11 del año pasado. Por 28 derrotas y 11 empates
Senovilla coincidió con el Nava en Segunda Nacional –la cuarta categoría del balonmano español– cuando jugaba en un equipo que tenía en ella el Balonmano Valladolid, a cuyas categorías inferiores llegaron naveros como Carlos Villagrán, Alberto García, Miguel Ángel Velasco y David de Diego. Cuando volvieron a Nava y fueron la piedra angular del ascenso a Primera Nacional, en 2009, fueron sus valedores para el puesto. Pocos conocían mejor a la plantilla que él y el club buscaba a alguien que también llevara las categorías inferiores. Un entrenador de proyectos. «Me pareció una buena opción para desarrollarme en una categoría muy dura. Para un entrenador joven, era muy importante que confiaran en mí». El equipo fue la revelación en su estreno en la categoría y se clasificó para la fase de ascenso en las dos campañas que dirigió el pucelano. «Fue una sorpresa para todos». Hasta que aceptó la propuesta de Jota González y puso rumbo a Logroño como asistente, con todas las «facilidades» del Nava. «Era importante para dar un salto a nivel profesional. Fue un máster bastante acelerado de cómo se desarrollaba un equipo muy rápido Pasa de ser un equipo que luchaba por el descenso a ser subcampeón de liga y jugar Champions». Tras tres temporadas, la formación era completa. Y Jota, su gran mentor, fue claro: «Si quieres ser entrenador, tienes que entrenar, no ser segundo».
Así que volvió a Nava tras el ansiado ascenso de Primera Nacional a Plata y volvió a superar las expectativas como equipo revelación, clasificándose para la fase de ascenso a Asobal como novato. La segunda temporada fue más complicada porque coincide con el ocaso de una buena parte de ese bloque fundacional, pero la relación aguantó sin grandes grietas. Senovilla hizo de nuevo las maletas por una razón difícil de rechazar: entrenar en Asobal al Villa de Aranda. «Voy sabiendo que iba a ser un año muy difícil, pero es otra oportunidad de formación». Eso sí, dejó la puerta abierta.
Tuvieron que pasar cinco años para que volvieran a cruzarse los caminos. Senovilla venía de firmar la mejor clasificación de la historia del Atlético Novás, convertido en candidato a subir a Asobal, pero aceptó la llamada para coger al Nava que acababa de descender a Plata, una decisión que trascendía lo deportivo. «Me transmitieron ilusión, claridad, mucha confianza. Tenían muy claro lo que querían y buscaban alguien adaptado a Nava de la Asunción, al club, y que trabajara en base a una serie de valores». Era el hombre. Esa frase de Pastor que ha vertebrado su vida. «Es un poco nuestro sino». Un ascenso a la primera y tres temporadas en Asobal lo validan.
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