Un equipo de científicos del Instituto de Investigaciones de Buck, en Estados Unidos, ha descubierto que el sistema inmunológico intestinal se encuentra alterado en modelos murinos de la enfermedad de Alzheimer.
Dicha investigación, publicada en la revista Cell Reports, abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas al demostrar cómo ciertas células inmunitarias se desplazan entre el intestino y el cerebro, afectando potencialmente el curso de las enfermedades neurodegenerativas.
Según los autores, una dieta rica en fibra logró reducir la fragilidad en los ratones afectados, incluyendo temblores, lo que refuerza la conexión entre la microbiota intestinal y el sistema nervioso central.
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El estudio fue dirigido por la investigadora posdoctoral Priya Makhijani y realizado en colaboración con la Red Universitaria de Salud de la Universidad de Toronto, en Canadá. Entre sus principales descubrimientos se encuentra la disminución de linfocitos B productores de anticuerpos en el intestino de los ratones con Alzheimer.
Dichas células, habitualmente responsables de mantener el equilibrio entre el sistema inmunitario y la microbiota, mostraron una firma migratoria que permitió a los investigadores rastrear su presencia no solo en el intestino, sino también en el cerebro y su periferia, específicamente en la duramadre meníngea.
El intestino podría ser clave en el tratamiento del Alzheimer, según un nuevo estudio en ratones. Foto:iStock
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Una posible vía terapéutica a través del eje intestino-cerebro
La identificación de linfocitos B específicos del intestino en zonas cerebrales sugiere un mecanismo migratorio de largo alcance a través del eje intestino-cerebro. Este hallazgo se vio reforzado por análisis de datos de cerebros humanos con Alzheimer, en los que también se detectó dicha firma migratoria.
Makhijani ha destacado que “sorprendentemente, descubrimos que estas células inmunitarias en la frontera cerebral, que reconocen las bacterias que viven en los intestinos, se acumulaban en el cerebro con Alzheimer”. Además, el equipo halló que la glía (células inflamatorias del cerebro implicadas en el Alzheimer) producía en mayores niveles una quimiocina conocida por facilitar este tipo de migración celular, lo que apunta a una posible retroalimentación inflamatoria entre intestino y cerebro.
Células inmunitarias del intestino migran al cerebro y se acumulan en pacientes con Alzheimer. Foto:iStock
Para validar estos mecanismos, los investigadores utilizaron un fármaco de molécula pequeña con el fin de bloquear la actividad en el eje intestino-cerebro, obteniendo resultados que sugieren la existencia de un sistema inmunológico migratorio con capacidad de afectar a nivel neurológico.
En palabras del coautor principal, Daniel Winer, “este artículo sitúa al sistema inmunitario intestinal en la vanguardia de la patología de las enfermedades neurodegenerativas (…) Dado su tamaño y la capacidad de las células para desplazarse, es lógico que estas células inmunitarias tengan la capacidad de influir en la fisiología general”.
Detectan linfocitos intestinales en el cerebro y sugieren posible terapia para el Alzheimer. Foto:iStock
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Beneficios de una dieta rica en fibra
Uno de los aportes más significativos del estudio fue el uso de la inulina, una fibra prebiótica con propiedades antiinflamatorias, que permitió restablecer el equilibrio intestinal en ratones con Alzheimer. Esta intervención redujo también la señalización de quimiocinas en el cerebro y mitigó síntomas físicos relacionados con la enfermedad.
“Observamos que estas células migratorias se reponían en el intestino y que la fragilidad relacionada con la enfermedad de Alzheimer, incluido el temblor, se reducía en los animales”, afirmaron los investigadores, quienes constataron además una mayor esperanza y calidad de vida en los ratones tratados con esta dieta.
Una dieta rica en fibra reduce temblores y mejora la calidad de vida en ratones con Alzheimer. Foto:iStock
Aunque los resultados son prometedores, los científicos enfatizan la necesidad de más estudios para determinar si los cambios inmunológicos observados son una respuesta a la patología cerebral o un factor causal.
Winer planteó la posibilidad de que los daños relacionados con la edad sean el detonante de la inflamación cerebral en el Alzheimer: “Al principio, el proceso probablemente sea protector, pero con el tiempo el intestino se ve comprometido, lo que facilita la proliferación de bacterias más peligrosas, lo que alimenta la inflamación en todo el cuerpo”.
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La coautora principal Jule Andersen señaló que este trabajo representa la investigación «más exhaustiva» del sistema inmunitario intestinal en un modelo de enfermedad neurodegenerativa, y expresó su interés en explorar este enfoque en otros trastornos como el Parkinson y la esclerosis múltiple.
Europa Press
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en la información publicada por Europa Press, y contó con la revisión de la periodista y un editor.