El alumnado con autismo u otros trastornos de aprendizaje, así como con discapacidades intelectuales, se disparó en las últimas décadas. Solo en Vigo, aquellos que requieren apoyo educativo son cuatro veces más de un año para otro: suponen el 20% del total de matrículas de colegios e institutos de la ciudad.

No siempre tuvieron las mismas oportunidades que el resto. Mientras la clase daba el temario con libros de texto, muchos tenían que adaptarse con una fotocopia que les entregaba el profesorado. Pero de la necesidad surgió una idea. Beatriz López preside una editorial, Dismes, en la que elaboran libros para que los chicos y chicas con necesidades especiales siga el ritmo del aula. Son uno de los proyectos de la Fundación Integra, que recientemente amplió su centro para dar atención a 200 personas.

Desde sus instalaciones de Martínez Garrido comenzaron a crear libros hace más de una década, al inicio tímidamente, pero en 2012 ganaron un premio de 20.000 euros por ser ejemplo de emprendimiento. Entonces mejoraron sus máquinas y su producción. En 2024 pasado lograron vender alrededor de 15.000 ejemplares y este ya llevan un 30% más, con el periodo de más actividad todavía sin llegar. «Esperamos que este año se compren alrededor de 50.000», dice López.

«Antes no había nada. Eran fotocopias pegadas en la libreta. Ahora nos compran de toda España (sobre todo de Andalucía) e incluso vendemos cuando podemos en Ecuador», cuenta.

Mientras habla del proyecto, su equipo, formado por cinco personas que anteriormente fueron usuarios de la Fundación Integra, encuadernaban y empaquetaban de forma autónoma. Su trabajo en la imprenta les permite no depender de nadie. «Sirven para trabajar. Son personas que acaban la ESO y si se les prepara pueden tener un futuro», apunta López.

Más clientes

La presidenta de Dismes constata que una de las razones por las que aumentaron sus ventas es el mayor porcentaje de alumnado con necesidades especiales. «El TEA es lo que más creció en todas sus variedades, desplazando al Síndrome de Down. Ya es rara el aula en la que no haya al menos dos alumnos con trastornos», reconoce Beatriz López. «Ahora se diagnostica más, pero también influye mucho el modo de vida de los padres, desde la alimentación que llevamos a la contaminación. Es importante el componente genético», dice.

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