En el corazón histórico de Barcelona, en la emblemática calle Montcada, se alza uno de los fenómenos culturales privados más exitosos de los últimos años. El Moco Museum ha logrado lo que muchas instituciones artísticas persiguen sin éxito: conectar con el público joven y acercarles al arte contemporáneo. Tres años después de su llegada a la ciudad condal, este museo independiente se ha consolidado como un referente cultural más de Barcelona, rivalizando con centros tan consolidados como el Museo Picasso o el MACBA.

El Moco Museum (Modern & Contemporary Art Museum) nació con una misión clara: hacer más accesible el arte de élite. Sus salas albergan una colección diversa que abarca desde iconos del arte moderno hasta las últimas tendencias digitales, exhibiendo obras de figuras legendarias como Andy Warhol, Keith Haring, Banksy, Jean-Michel Basquiat, Yayoi Kusama, Damien Hirst y Salvador Dalí. La singularidad reside no solo en sus fondos, sino también en su sala de arte digital inmersivo diseñada por Studio Irma, donde el público puede experimentar las obras digitales certificadas que están revolucionando el mercado del coleccionismo.

El nombre Moco es la unión de las primeras sílabas de «moderno» y «contemporáneo», síntesis minimalista del tipo de arte que alberga. Un nombre que, como reconocen sus fundadores, tiene polisemias divertidas que lo hacen fácil de memorizar: «Podrá sonar mejor o peor en algunas lenguas, pero estamos convencidos de que seguro que no os olvidaréis de él».

Dos visionarios holandeses

Detrás del proyecto hay Kim Logchies-Prins y su esposo Lionel Logchies, una pareja holandesa cuya trayectoria en el mundo del arte comenzó hace más de dos décadas. Con una modesta galería en el distrito artístico de Ámsterdam, iniciaron un viaje que les llevaría a crear uno de los museos de arte contemporáneo más visitados de Europa. «Empezamos con una galería en 1999, trabajando con artistas tanto holandeses como internacionales. Viajábamos por el mundo en busca de obras excepcionales, siempre intentando ofrecer algo novedoso y emocionante a nuestro público», explica Kim Logchies-Prins, quien actualmente ejerce como comisaria y responsable de marca del museo, mientras que Lionel asume el rol de director general.

El Moco Museum de Barcelona alcanza medio millón de visitas en su primer año

‘Diamond room’, de Studio Irma, en el Moco Museum de Barcelona / ZOWY VOETEN

La transformación de galeristas a museólogos surgió de una observación reveladora. Su pequeña galería recibía a veces más de mil visitantes al día, personas que no venían necesariamente a comprar, sino a disfrutar del arte. «Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que quizás era momento de cambiar nuestro enfoque: dejar de vender arte para simplemente mostrarlo«, recuerda Kim. «Ese fue el comienzo de lo que más adelante se convertiría en Moco», rememora.

Modelo diferencial de autofinanciación

El Moco Museum opera bajo un modelo completamente autofinanciado que depende de la venta de entradas, una excepción en el panorama museístico actual, que usualmente requiere de ayudas públicas para cuadrar los presupuestos. «Eso nos da la libertad de actuar con rapidez, sin las limitaciones de agentes externos», destaca Kim Logchies-Prins, en referencia a colaborar con artistas y diseñar proyectos con mucha más flexibilidad.

Las cifras les avalan. Conjuntamente, las sedes de Ámsterdam y Barcelona reciben alrededor de 1,4 millones de visitantes al año, una cifra que se espera que incremente con la reciente apertura de su tercera ubicación en Marble Arch, Londres. La organización cuenta actualmente con 150 empleados repartidos entre los diferentes centros. El primer museo se inauguró en Ámsterdam en 2016 y, tras acumular más de 3 millones de visitantes en Holanda, los Logchies decidieron expandirse.

La elección de Barcelona como segunda sede no fue casual: «Siempre sentimos un gran cariño por Barcelona. Tenemos muchos amigos aquí y, tras el éxito en Ámsterdam, estábamos explorando distintas ciudades europeas para abrir una segunda sede», detalla Kim. La ubicación en el corazón del Born resultó decisiva. «Un amigo nos habló del increíble espacio en la calle Montcada y, en cuanto entramos al edificio, nos enamoramos. Fue inmediato. Supimos que ese era el lugar adecuado», rememora la comisaria.

Hay algo muy armonioso y natural entre la cultura española y la holandesa. Nos sentimos realmente bien recibidos»

El proceso de instalación se vio facilitado por la receptividad tanto de los propietarios del edificio, que ya conocían el Moco Museum de Ámsterdam, como del entorno cultural barcelonés. «Contamos con el apoyo de personas maravillosas a nivel local, lo que hizo que la transición fuera mucho más fluida. Hay algo muy armonioso y natural entre la cultura española y la holandesa. Nos sentimos realmente bien recibidos«, destaca Kim, evidenciando cómo la sintonía cultural ha sido clave en el éxito de la expansión.

El rosa chicle como seña de identidad

Una de las características más distintivas del Moco Museum es su identidad visual dominada por el rosa chicle, una apuesta estética que surgió de manera orgánica y que transmite contemporaneidad. «Durante nuestra primera exposición, que presentaba obras de Warhol y Banksy, un coleccionista nos prestó dos piezas increíbles; una de ellas era una obra rosa de Banksy con cuatro monos. Usamos ambas para nuestra primera campaña de vallas publicitarias», explica Kim. «Ese tono de rosa en particular era tan llamativo e inolvidable que decidimos adoptarlo como parte de nuestra identidad. Se quedó con nosotros… y a la gente le encantó», añade.

La pareja fundadora se enorgullece de atraer masivamente a público joven, un segmento esquivo para las instituciones museísticas. Sin embargo, Kim Logchies-Prins asegura que no ha sido fruto de una estrategia deliberada: «Al principio no fue una decisión estratégica. Siempre hemos comisariado simplemente aquello que nos apasiona y que consideramos relevante en la escena artística global». «Lo que ves en nuestros museos es nuestra perspectiva personal. Es como hacer un pequeño viaje a través de lo que está ocurriendo en el arte alrededor del mundo. Los jóvenes conectaron con eso de inmediato, y estamos inmensamente agradecidos por la manera en que han acogido a Moco», reflexiona la comisaria sobre un fenómeno que ha convertido al museo en destino obligado para una generación digital nativa.

Vender un Bansky para no despedir a nadie

La pandemia puso a prueba la fortaleza del modelo de negocio. En un momento muy delicado, los fundadores vendieron una obra de Banksy de su colección personal para evitar despidos en la plantilla. «Es un momento que nunca olvidaré. Sentí que era lo correcto y que ser emprendedor se trata de eso. A veces hay que tomar decisiones difíciles y, en este caso, sabíamos que mantener unido a nuestro equipo era la prioridad», recuerda Kim.

Barcelona 13/05/2023 Icult Nit dels museus Moco Museum AUTOR: JORDI OTIX

Público de la ‘Nit dels museus’ en el Moco Museum de Barcelona / JORDI OTIX / EPC

Tras la reciente apertura de Londres, los Logchies han consolidado la triangulación Ámsterdam – Barcelona – Londres. «Ahora mismo, estamos enfocados en lo que llamamos nuestro ‘triángulo de la felicidad’. Nuestro objetivo es que las tres sedes trabajen en armonía, alineadas en la programación y la marca», explica Kim sobre la estrategia de expansión controlada que han adoptado.

En este sentido, reivindican que Barcelona no es una sede secundaria. Ha cuajado un equipo sólido en la capital catalana, que ha desarrollado exposiciones enfocadas al público local, como las muestras de Guillermo Lorca y Robbie Williams. «Tres años siguen siendo solo el comienzo. Tenemos muchas ganas de llevar a cabo más proyectos creativos en la ciudad y siempre estamos buscando colaborar con socios locales para crear algo verdaderamente especial», anticipa.

Barack y Michelle Obama en el Moco de Barcelona

Entre las anécdotas que atesoran los fundadores del Moco Museum destaca una que ilustra la proyección internacional alcanzada. «Estábamos celebrando el Día del Rey en Ámsterdam, en nuestro barco con amigos, cuando recibimos una llamada diciendo que Barack y Michelle Obama querían visitar Moco en Barcelona«, relata Kim sobre uno de los momentos más surrealistas de su trayectoria. «Esa misma noche tomamos un avión y no solo conocimos a los Obama, sino también a Steven Spielberg y su esposa. Las calles frente a Moco estaban completamente bloqueadas. Fue algo surrealista e inolvidable», añade.

Para los Logchies, «significa muchísimo» que la sede del Born haya despegado: «Barcelona nos ha recibido con una generosidad increíble. Saber que podemos pasar tiempo en esta ciudad maravillosa, trabajando, colaborando y disfrutando de todo lo que ofrece, es realmente un sueño hecho realidad», concluye la comisaria.

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