Venecia

Resuenan estos días, en el Festival de Cine de Venecia, aquellas palabras de Theodor Adorno de que no podía haber poesía después de Holocausto. Estamos en un momento donde el cine pasa por una crisis, no solo económica, también moral e identitaria. Una crisis paralela a la que vive el mundo, en un momento ingobernable, lleno de tensiones, guerras, desigualdades e injusticias. Durante todo el festival, ha sido inevitable que el contexto social y político se cuele en las películas, en las ruedas de prensa, en las críticas y en las conversaciones. Vivimos en este mundo, no en otro. Nadie es ajeno a la vida. Por eso nos hemos hecho muchas veces estos días la pregunta de para qué sirve el cine, si es posible seguir haciendo películas hoy y si éstas siguen siendo relevantes. La pregunta ha surgido en varias ocasiones, pero están siendo las cineastas periféricas, como Lucrecia Martel o Kaouther Ben Hania quiénes más se han adentrado al fondo de la cuestión.

Podemos decir que si hay una película que abre en canal este debate es La voz de Hind, uno de los títulos más esperados, de la directora tunecina, dos veces nominada al Oscar, Kaouther Ben Hania. Después del asesinato de una niña palestina de cinco años en Gaza, decidió tenía el deber de contar su historia en la gran pantalla, que el cine tenía que servir para dar voz a una familia. “Es la voz de Gaza”, decía la directora en una emocionante rueda de prensa, acompañada de los actores del filme, muchos de ellos palestinos.

En su anterior trabajo, Las cuatro hijas (2023), Ben Hania también recreó una historia real, con actrices profesionales y una mujer, cuyas hijas fueron captadas por el Estado Islámico. En La voz de Hind, rodada en tiempo récord, usa de nuevo el recurso de la recreación de un hecho real, rodado. El 29 de enero de 2024, la Media Luna Roja, en su sede de Cisjordania, Palestina, recibió la llamada de un palestino que vive en Alemania. En ella les avisaba de que su sobrina había sobrevivido a un ataque isrealí en Gaza. Les da un número de teléfono al que llaman. Lo coge esa niña de seis años, Hind Rajab, que está en un coche. Un tanque les bombardeó mientras huían. Sus tíos y primos han muerto, ella no, pero los disparos continúan. Esa llamada, que duró horas, es lo que articula todo el filme. La llamada real de la niña y cómo trataron de buscar ayuda desesperadamente esos trabajadores para que una ambulancia llegara a rescatarla.

Ben Hania rueda la escena con tensión, con sobriedad, sin música y sin florituras visuales. Lo focaliza todo en las soberbias interpretaciones y en la fuerza del testimonio. La palabra de esa niña y de esos trabajadores palestinos que, lidian con la rabia, la desesperación, el estrés y el dolor de no poder hacer más. La ambulancia necesita el permiso del ministerio de Sanidad palestino que, a su vez, necesita la seguridad del ejército de Israel para poder adentrarse en la franja sin ser atacado.

La película se convierte así en casi un thriller de despachos, con llamadas telefónicas, con primeros planos, con movimientos de cámara y zooms que ahondan en la idea de lidiar con una situación a contrarreloj y con la tensión que viven, cada día, cada minuto, desde octubre de 2023, muchos palestinos. Curioso que en cierto modo el filme dialogue con la película de Katheryn Bigelow, presentada ayer en competición, A house of dynamite. Un thriller político, con llamadas y despachos, solo que esto es real, no es política ficción. A Estados Unidos no le han lanzado un misil, a Gaza la masacran cada día. Una de las escenas más impresionantes es en la que el montaje une la recreación de los actores con las imágenes reales de los expertos de la Media Luna Roja atendiendo la llamada. Por supuesto, pone los pelos de punta escuchar el sonido real de los 355 disparos que los soldados israelíes lanzaron sobre un coche y una ambulancia, gente desarmada.

La voz real de la niña ha dejado estremecidos a los espectadores, que han aplaudido en el pase y la rueda de prensa. También a los actores. La directora no les dejó escuchar la llamada hasta el rodaje. Amer Hlehel, fantástico como cooperante, decía que más que actuar, vivió ese momento. “Era un deber y una obligación. Como palestino he muerto mil veces, esto yo ya lo he vivido, la voz de Hind me devolvió a mi infancia, no es algo nuevo. Mientras, su compañera de reparto, la palestina Saja Kiliani, leía un comunicado al inicio de la conferencia de prensa. ”¿No es suficiente? Basta ya de masacres, hambruna, deshumanización, destrucción y ocupación continua (…) este filme no es una opinión ni una fantasía, está anclado en la verdad, su voz (la de Hind Rajab) es una entre las decenas de miles de niños asesinados en Gaza los últimos dos años. El silencio protege el genocidio”.

Ese silencio ha copado el Festival de Venecia que, salvo la manifestación del pasado sábado, a las puertas del Palacio del Cine, y los discursos de directores como Sokurov o Martel, a penas se ha hablado abiertamente del tema, aunque el elefante ha seguido en la habitación. Todavía nos sonrojan las palabras de Alexander Payne, presidente del jurado, alegando que no estaba informado de lo que ocurría en Gaza, o las de Alberto Barbera, director del festival, hablando de daños colaterales.

Venice (Italy), 03/09/2025.- US actor and producer Joaquin Phoenix poses during a photocall for 'The Voice of Hind Rajab' at the 82nd annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 03 September 2025. The 82nd Venice Film Festival runs from 28 August to 06 September 2025. (Cine, Cine, Italia, Fénix, Venecia) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Venice (Italy), 03/09/2025.- US actor and producer Joaquin Phoenix poses during a photocall for ‘The Voice of Hind Rajab’ at the 82nd annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 03 September 2025. The 82nd Venice Film Festival runs from 28 August to 06 September 2025. (Cine, Cine, Italia, Fénix, Venecia) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI
/ RICCARDO ANTIMIANI

AmpliarVenice (Italy), 03/09/2025.- US actor and producer Joaquin Phoenix poses during a photocall for 'The Voice of Hind Rajab' at the 82nd annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 03 September 2025. The 82nd Venice Film Festival runs from 28 August to 06 September 2025. (Cine, Cine, Italia, Fénix, Venecia) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Venice (Italy), 03/09/2025.- US actor and producer Joaquin Phoenix poses during a photocall for ‘The Voice of Hind Rajab’ at the 82nd annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 03 September 2025. The 82nd Venice Film Festival runs from 28 August to 06 September 2025. (Cine, Cine, Italia, Fénix, Venecia) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI
/ RICCARDO ANTIMIANI

Cerrar

Sin embargo, algo está cambiando en el relato. Un pequeño grupo de estrellas de Hollywood han entrado como productores de esta película. Son Brad Pitt, Alfonso Cuarón, Jonathan Glazer y Joaquin Phoenix y Rooney Mara, que han venido, estos dos últimos, al estreno en Venecia. “Que estas personas hayan visto la película quiere decir algo, que las cosas deben cambiar, que la narrativa de los daños colaterales, que usan los medios de comunicación, deshumaniza”. Quizá por eso, contradiciendo a Adorno, si es posible la poesía después de la barbarie, el cine es capaz de dar humanidad a esos héroes que día a día intentan salvar vidas dentro de la masacre, o poner rostro y nombre a los muertos. “El cine puede construir empatía que nos falta para entender, para ver el mundo desde los ojos desde otro punto de vista en este caso el de la gente de palestina”, insistía la directora que reflexiona también en la película sobre la importancia de la imagen y el sonido. En un momento de saturación visual, donde la IA es una realidad, Ben Hania consigue que lo vemos tenga ese puctum, que decía Barthes, tienen aquellas imágenes que consiguen herir o pinchar al espectador. En el cine, por suerte, no se puede hacer scroll como en las redes sociales.