Mañana se cumplen 100 días del último partido del Betis la pasada temporada, con el recuerdo de la disputa de toda una final de la Conference League frente al Chelsea. Se trataba de la despedida del curso del conjunto verdiblanco y … de quien había sido una de sus estrellas en un tramo final de temporada para enmarcar. Antony se marchaba con una honda pena en su corazón y la voluntad de regresar a Sevilla, pese a los mil impedimentos que ya sabía que pondría el Manchester United. Tantos que el fichaje se firmó tres meses después de su adiós, en el límite del mercado, con un esfuerzo tremendo por las tres partes: la apuesta económica del Betis por encima de sus posibilidades o de lo deseable para un solo futbolista; la del jugador, ganando menos dinero de lo que percibía en Inglaterra o el que le ofrecían en Alemania (Bayern); y la conciencia del propio United de dejar salir a un hombre que le había costado 100 millones, pero cuyo rendimiento nunca estuvo cerca del esperado. Su salida no se podía dilatar más tiempo. Antony hizo realidad aquella verdad del fútbol de que el jugador juega donde quiere. Así es. Así será, por lo menos, hasta 2030. Cinco años firmados por 22 millones más cuatro por objetivos, una cifra que no se ajusta a su valoración en el mercado. Un negocio, a todas luces, redondo para el Betis.

Porque existía cierto temor en la casa heliopolitana de haber puesto todos los huevos en la cesta del extremo brasileño. Que el fichaje finalmente no se pudiese dar por una condiciones imposibles del Manchester United, quien a su vez tiene sus propios e importantes problemas deportivos. La idea principal era sacar a Antony a un precio real para la economía bética. Que un traspaso por encima de los 20 millones, más un salario mayúsculo, no pensionase ni futuras operaciones ni hipotecase el resto de años que el jugador vestirá la elástica verdiblanca. De hecho, sin salir nadie más, el Betis pudo acometer la cesión de Amrabat sin salirse del límite salarial, lo que deja bien a las claras que se ha jugado con fuego económico pero sin quemarse. De hecho, en el club están más que contentos por el resultado financiero final de la operación.

Aquella traba de última hora sobre quién debía pagar una comisión que le correspondía a Antony y su entorno quedó resuelta entre el United y el propio futbolista zurdo. En ningún momento el Betis podía dar un paso al frente para hacerse cargo de ella. Y es que los números están muy claros. De los 22 de fijo, el Betis irá amortizando 4,5 cada temporada, debido pagar casi un millón más al año en el caso de entrar en Champions o levantar un título europeo. En esos casos, se pagará con gusto porque habrá más en la caja. En el salario de Antony también se ha metido mano. El coste total del primer año, sumando la amortización, no alcanzará los diez millones (9,5), estando cerca de lo que percibía años atrás William Carvalho (9) o menos que los primeros años de Borja Iglesias hasta su ampliación de contrato (10). Muy lejos de lo que costaba anualmente Nabil Fekir, quien fue el que rompió en su día la baraja económica, mostrando al Betis un camino que no deseaba continuar.

De porcentaje de venta a porcentaje de plusvalía

Como en otros muchos casos, y siempre pendientes de una posible venta futura, el contrato del internacional por Brasil irá elevando las cantidades año a año. La media de estos cinco años, entre salario y amortización, no superará los 11 millones anuales, siendo el último de ellos el más alto de todos. Por tanto, un posible traspaso antes de 2030 ahorraría ese último tramo de mayor gasto salarial en el Betis. Y aquí entra la tercera pata del acuerdo con el United. Ramón Alarcón peleó en Mánchester que el acuerdo de derechos compartidos fuese beneficioso para el Betis, es decir, qué cantidad se llevaría cada parte en una posible venta, según los porcentajes. El conjunto británico quería el 50% del total y eso significaba que todo el riesgo de la operación, si Antony se devaluaba, era para el Betis. Quedándose un 50% de la futura plusvalía, a los béticos les da para jugar con una venta posterior a mercados boyantes como Arabia o el país del futbolista. Tener una salida donde no perder al menos la amortización pendiente. Una buena jugada dentro de un negocio de casi 100 días.

El Betis ha aumentado su masa salarial, ayudado principalmente por estar dentro de la regla 1:1 que permite invertir cada euros recibido, dentro de un verano donde ha conseguido un buen chorreo de millones con traspasos menores, incluyendo a su vez una gran cantidad por las salidas de Johnny Cardoso y Jesús Rodríguez. Esa masa salarial, de todos modos, hay que alimentarla con los ingresos europeos. Cuanto mayor sea la competición, mucho mejores serán las partidas económicas recibidas. A eso aspira ya el Betis de Antony, Isco y compañía. La Champions es el siguiente escalón. Para eso se ha firmado a un jugador que llegó casi regalado unos meses por un grande europeo para hacerse ídolo y estrella del proyecto europeo verdiblanco.