Sexo en Nueva York también hablaba a través de los espacios y la decoración

Sexo en Nueva York pasará a la historia por muchos motivos: el triunfo de reunir a cuatro mujeres hablando abiertamente de sexo a finales de los 90, su capacidad para resonar en tantas generaciones pero, especialmente, por su contribución a la moda. Sin embargo, más allá de los Manolo Blahnik o aquel Oscar de la Renta icónico, entre otros cientos de ejemplos, el mundo parece haber infravalorado el legado en torno al interiorismo y decoración en la serie.

Por qué, ¿qué dirían aquellos famosos patos de Bunny McDougal sobre el piso de Charlotte en Park Avenue? ¿Es chic invitar a tu novio multimillonario a comer pasta sentado en el suelo? ¿Y abrazar la nostalgia en un sillón de madera tallado por un viejo amor? Por no hablar, claro, de esa carta de amor a la ciudad de Nueva York.

Diseccionamos veintisiete años de interiorismo y decoración a través de Sexo en Nueva York.

El piso de Carrie… hablemos

HBO

Existen muchas teorías sobre el surrealista estilo de vida de Carrie, una escritora que vivía de escribir una columna y pagaba un caro apartamento en el Upper East Side. Sin embargo, durante las diferentes temporadas de Sexo en Nueva York y And Just Like That, preferimos maravillarnos con Carrie y su historias a través de diferentes casas, empezando por el más realista apartamento del episodio piloto, entre cajas de comida china, cortinas estampadas y armarios verdes.

Después vino el apartamento de renta controlada, el más icónico, con su pasillo-vestidor, muros verdes y armarios de madera que evolucionaría en la película de la serie estrenada en 2008 gracias a la ayuda de Louise. Finalmente, en And Just Like That decidía mudarse a la fastuosa casa de Gramercy Park.