Imagen de archivo de varias muestras de sangre en un laboratorio. XOAN A. SOLER
El 5 de septiembre se celebra el día internacional de esta enfermedad, con unos 3.000 nuevos pacientes cada año
05 sep 2025 . Actualizado a las 14:04 h.
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Salud, bienestar y nutrición
Cada 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional del mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la médula ósea. En España se diagnostican entre 2.500 y 3.000 nuevos casos cada año. En la actualidad, se trata de una de las enfermedades que más deteriora la calida de vida de los pacientes.
El mieloma múltiple se produce en la médula ósea, que es la fábrica de la sangre del organismo. En concreto, esta enfermedad aparece en las células plasmáticas, que en condiciones normales forman parte de la defensa del cuerpo y son las encargadas de crear inmunoglobulinas, unas proteínas especializadas en atacar a los gérmenes en caso de una infección.
En un organismo sano, las células plasmáticas maduras producen un solo tipo de inmunoglobulinas y no pueden reproducirse. Sin embargo, cuando aparecen determinadas alteraciones genéticas, pueden recuperar esta capacidad y ocupar parte de la médula ósea. Esta situación no tiene por qué provocar un trastorno, sino que tienen que ser controlados cada cierto tiempo porque pueden acabar desarrollando un mieloma múltiple activo.
¿Cuáles son las causas?
La medicina y la investigación todavía no han dado con una respuesta concreta al por qué aparece esta enfermedad. Es más, la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia precisa que los factores de riesgo que se observan en otras neoplasias como el tabaco, el alcohol o los virus, no parecen tener efecto en esta enfermedad. Con toda probabilidad, destaca la entidad, se deba a que los precursores de las células plasmáticas se alteren genética durante su proceso de especialización, «y posiblemente, los errores en estos cambios genéticos se encuentren en el origen del desarrollo de células plasmáticas anormales que se instalarán en la médula ósea más adelante».
Eso sí, por el momento, no se ha encontrado la clave que facilite estas mutaciones, ni la razón por la cual algunas personas presentan estas alteraciones y desarrollan una gammapatía monoclonal de significado incierto (proceso asintomático) que nunca evolucionará a mieloma, «mientras que en otras, el paso de gammapatía monoclonal a mieloma es muy rápido», cuenta la fundación. Tal y como sucede con el resto de cánceres hematológicos, ni es contagioso ni hereditario.
¿Con qué síntomas se manifiesta?
La manifestación clínica más frecuente del mieloma múltiple es el dolor óseo, especialmente, de la columna vertebral, de las costillas y caderas. La razón es que provoca lesiones en los huesos, conocidas como lesiones líticas, y hace que pierdan su contenido en calcio y, por lo tanto, se debilite. «Estas lesiones suelen ser muy dolorosas y, si son suficientemente importantes, pueden provocar también una fractura del hueso afectado», recoge la Fundación de Josep Carreras contra la leucemia. En ocasiones, el primer síntoma puede ser, por ejemplo, una fractura después de un golpe que parece no tener importancia.
Otro signo de alerta es la anemia. La presencia de las células alteradas en la médula ósea impide la fabricación normal de glóbulos rojos. Este problema provoca, a su vez, cansancio, falta de energía y fatiga en esfuerzos que antes no se consideran como tal. La anemia también puede provocar palidez de la piel o debilidad de las uñas y del pelo.
Si bien los síntomas del mieloma múltiple pueden tener muchas explicaciones y asociarse a otras patologías, ante una fatiga persistente que aumenta con el tiempo o problemas de dolor que no se controlan con analgésicos, se recomienda hacer un chequeo médico que incluya determinación de proteínas. ¿La razón? «En más del 95 % de los casos de mieloma múltiple es fácil observar proteínas anómalas en sangre o en orina», señala la conocida entidad.
Otros síntomas menos habituales son la hipercalcemia, la insuficiencia renal o un bulto o tumor de consistencia dura y que crece a parte de una zona de hueso. En cualquier caso, es posible que el diagnóstico del mieloma tarde en llegar porque los síntomas iniciales son muy inespecíficos y poco alarmantes, sobre todo, al principio.
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¿Cómo se diagnostica?
Ante la sospecha, existen dos pruebas esenciales. Por un lado, un análisis completo de proteínas en sangre y orina; y, por otro, un mielograma o aspirado de médula ósea, que permite confirmar la presencia de células plasmáticas en ella. Suele diagnosticarse en personas de edad avanzada, aproximadamente, de setenta años.
¿Cómo se trata?
En los años sesenta, los primeros tratamientos para esta enfermedad consisten en la combinación de corticoides con un grupo de agentes quimioterápicos llamados alquilantes. En la actualidad, estos fármacos siguen formando parte del abordaje, pero se han añadido otros medicamentos que están cambiando el pronóstico de la patología: los inmunomoduladores y los inhibidores del proteasoma. Si bien no son considerados agentes quimioterápicos en el sentido convencional de la palabra, también tiene efectos indeseables.
La fundación Josep Carreras precisa que, en pacientes de hasta 65 o 70 años, y con un estado de salud adecuado, se realiza un tratamiento lo más intensivo posible, como puede ser un trasplante autólogo de progenitores de médula ósea. La individualización del abordaje va a depender de la capacidad que cada afectado tenga a la hora de tolerar un tratamiento más o menos fuerte.
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