Con un viaje por sus recuerdos en Romería, Carla Simón pone el broche final a su trilogía familiar. La cineasta catalana rememora e imagina la historia de amor de sus padres mientras hace un retrato de toda una generación de jóvenes en los 80 destrozada por la heroína y el sida.

Para este viaje “espiritual” o peregrinación a la que se hace referencia en el título, Simón rescató algunas cartas de su madre, fallecida de sida cuando ella era pequeña, y las convirtió en diario para construir el personaje de Marina (Llúcia García), que viaja a Vigo para conocer a su familia paterna y ahondar en sus orígenes y la historia de sus padres.

La premisa de la historia es autobiográfica, pero Simón explica que gran parte de la trama es ficción y que ella misma siguió un camino muy diferente al de Marina. “La vida en sí no siempre es cinematográfica, entonces ahí es donde se transforma todo. El punto de partida es real, pero yo no hice este viaje, primero me fui a Madrid y a Galicia fui años más tarde”, cuenta la directora.

En Romería, que es una de las tres cintas preseleccionadas para representar a España en los Oscar y llega a los cines este viernes, Simón alterna el naturalismo que caracterizó sus anteriores trabajos con un estilo más onírico para que la protagonista de la película sea capaz de imaginar los aspectos de la vida de sus padres que todavía son una incógnita para ella.

El retrato de una generación olvidada

A pesar de que la historia es una historia familiar, también es el retrato de toda una generación de jóvenes de los 80 afectados por la heroína y el sida. “Para mí siempre ha sido muy crucial entender que lo personal es político y que todo lo que cuento tiene un contexto, que es más importante que la historia particular que estoy contando”, defiende Simón, que cree que es momento de recuperar esa memoria.

“Para mí toda esa generación ha sido un poco silenciada y olvidada precisamente porque la memoria está muy teñida del estigma, el tabú y el dolor que las muertes produjeron en las familias”, destaca Simón, que plasma en la cinta cómo la enfermedad del padre de la protagonista se lleva en silencio y con vergüenza en la familia.

“Lo único que quiero es conocer la historia de mis padres y contarla como fue. Sin juzgar, intentar no romantizar porque fue una época muy bonita pero con una cara b muy fuerte porque la heroína se llevó muchas vidas y el sida también»

Carla Simón

Como parte de la generación posterior, Simón quiere retratar esa década de los 80. “Lo único que quiero es conocer la historia de mis padres y contarla como fue. Sin juzgar, intentar no romantizar porque fue una época muy bonita pero con una cara b muy fuerte porque la heroína se llevó muchas vidas y el sida también, pero intentar eso, contarlo desde lo que yo siento que fue esa época, que también creo que fue una época muy libre”, relata la cineasta.

“También siento que por eso la película tenía que ser más libre. Esa parte imaginada, sobre todo, contarla desde el juego, desde lo lúdico y viendo también la parte oscura, pero sobre todo aportar un poco de luz. Y también agradecer a esa generación que rompió con todos los valores de la sociedad franquista, conservadora y católica”, explica Simón.

 

Llúcia García y Mitch RoblesElástica Films

El tabú y dolor de las muertes que se produjeron como consecuencia de las drogas y el sida en la época hizo que muchas familias todavía no hayan procesado lo que sucedió en aquellos años. Por eso el preestreno de Romería en Vigo, donde se rodó la película y una de las ciudades más castigadas por la heroína en la época, fue especial para muchas personas.

«En el preestreno me vino mucha gente llorando, muy tocada y dándome las gracias por hablar de eso»

Carla Simón

“La recepción fue muy bonita y fue un estreno por todo lo alto. Me vino mucha gente llorando, muy tocada y dándome las gracias por hablar de eso”, rememora Simón. “Yo creo que no solo en Galicia sino en todas partes, no hemos hablado mucho de esa época. Se retrató y se habló en su momento, pero pasó y está bien recuperarlo y repararlo”, defiende la cineasta.

El objetivo de Simón también es contar esa historia a las generaciones más jóvenes, como la de los actores protagonistas, que no siempre están familiarizados con esa parte de la historia de España. “Éramos conscientes. Hay un vínculo muy fuerte con todo el tema de la música y del punk, cuando hablamos del caballo y del sida, y me ha gustado poder darle voz porque me siento también como responsable a la hora de, si voy a hablar de esto, pues contarlo desde un lugar bonito. Sin criminalizar ni romantizar más de la cuenta, sino contar la pureza de lo que es esto desde este punto de vista, contarlo como debe ser”, explica Mitch Robles, que encarna al padre y a uno de los primos de Marina, la protagonista, en diferentes pasajes de la cinta.

Para Llúcia García, que interpreta a Marina, ha sido una oportunidad de aprender sobre esa época. “Lo conocía lo justo y creo que si no has tenido un interés tan profundo como ha tenido Mitch o no has estado en ciertos entornos, lo conoces desde un lugar muy superficial”, explica la intérprete.

“Creo que por eso está bien esta película, que va a llegar a mucha más gente que a lo mejor no llegaría a conocer con esa profundidad, detalles y matices toda esa historia y también las distintas formas que tuvo la gente de gestionar ese momento”, defiende García.

Un ‘juego’ de ensayos para conocer a los personajes

En la ciudad gallega, Simón pasó varias semanas ensayando y rodando con los actores, en una experiencia que para ella fue “mágica”. Para ellos, la mejor experiencia de su corta carrera. En el caso de Llúcía García, era su primer trabajo frente a una cámara, mientras que para Mitch Robles es su primer gran papel tras haber participado en algunos cortos.

“Fue muy especial, muy bonito. Ha sido algo muy familiar, sobre todo dentro de todo lo que pueden ser los rodajes, que son muy intensos. Había mucha intensidad pero muy buen rollo porque era algo muy familiar con Carla y con todo el equipo, ha sido maravilloso”, celebra Robles.

“Pienso que hemos tenido muchísima suerte de trabajar con Carla porque es una forma de trabajar muy distinta, por el ambiente, por la relación personal que tienes con la historia y por el tiempo de ensayos que hemos tenido…”

Llúcia García

Para García, encontrar a Simón ha sido una suerte: “Pienso que hemos tenido muchísima suerte de trabajar con Carla porque es una forma de trabajar muy distinta, por el ambiente, por la relación personal que tienes con la historia y porque el tiempo de ensayos que hemos tenido…”. “Un lujazo”, apunta su compañero. “No sé cómo habría salido una película si no hubiéramos tenido ese tiempo”, asegura la actriz.

Tanto para García como para Robles, el tiempo de ensayos ha sido lo mejor de trabajar con Simón y clave para el desarrollo de sus personajes. “Es muy chula esa parte colectiva y familiar. Al hacer los ensayos conjuntamente y compartir tiempo juntos siendo los personajes, generas unas dinámicas que tienen mucho sentido porque aprendes a escuchar, a estar con el otro de una forma distinta… Carla ya buscaba en los actores algo del personaje entonces ha sido desde nosotros mismos, yo más siendo Marina, él más siendo el padre, ir encontrando la forma de hacer el personaje”, cuenta la actriz.

 

Llúcia García y Mitch Robles en una escena de ‘Romería’Elástica Films

“Es curioso porque estás ensayando tanto que hay un momento que te saturas, pero mirando ahora el proceso, lo agradecimos muchísimo, estar tres meses ensayando”, destaca Robles. Para García, ensayar primero en casa de la cineasta y después en Vigo le sirvió para hacer un viaje y un descubrimiento similar al de la protagonista. “Pillamos una relación con el espacio, sobre todo Marina, que tiene ese lugar mágico para ella, te imaginas la historia de los padres… Se construye mucho más el personaje y entiendes mucho más del entorno. Fue muy bonito”, rememora la actriz.

Según la propia Simón, la parte de los ensayos es una de las más divertidas. “La parte de ensayos fue muy bonita porque al final es una parte un poco más libre, yo la disfruto muchísimo y ellos también porque es de juego”. “Lo que hacemos es improvisar momentos que hubieran podido pasar antes de la historia que pasa en la peli. En su caso fue muy curioso porque había momentos de los 2000 y momentos de los 80, y había momentos en los que eran primos y en otros eran pareja, entonces fuimos construyendo una especie de memoria compartida entre todos, improvisando esas situaciones”, cuenta la cineasta.

“Nos fuimos a salir por los bares de Vigo para que ellos pudieran vivir la noche de esos personajes. Todo el tiempo que pasamos allí fue muy bonito porque ellos se pudieron impregnar y Vigo es una ciudad que aún mantiene mucho, que hay algo que sigue estando ahí de los ochenta y para mí es increíble porque me conecta con la historia de mis padres y rodar allí ha sido mágico”, relata Simón. 

«Al final estás contando la historia de una persona y tienes que defenderla y contarla como tiene que ser. El hecho de que te den la oportunidad de contar su historia es una responsabilidad muy grande pero fue muy bonito hacerlo»

Mitch Robles

Esa conexión con la experiencia personal de la directora ha estado muy presente para los protagonistas. «Al final estás contando la historia de una persona y tienes que defenderla y contarla como tiene que ser. El hecho de que te den la oportunidad de contar su historia es una responsabilidad muy grande pero fue muy bonito hacerlo», explica Robles. 

Para García, la conexión entre Marina y Carla hizo que fuera fácil entender «cómo queríamos transmitir todo eso». «Yo creo que he sentido más presión para explicar la historia de esa generación, que queda muy grande de repente», asegura la actriz. 

De Vigo al festival de Cannes y de la ciudad francesa a las salas de cine, Robles y García se han visto inmersos en una vorágine que todavía tiene recorrido. No hay duda que la experiencia les ha marcado pero, ¿quieren seguir adelante con sus carreras como intérpretes? Para Robles no hay duda y quiere seguir trabajando en el cine, mientras que García no lo tiene tan claro. 

«Por todas las particularidades de trabajar con Carla, por la relación que tienes con la historia, me ha encantado, pero ya sé que no es así este mundo. También ahora estoy descubriendo toda la parte de promoción, que forma parte del trabajo, y es muy distinto, creo que necesito ver la imagen completa para estar segura de si quiero dedicarme a esto. A lo mejor luego no sirvo para leerme un guión y empezar a leerme unas frases», revela García.