- El puente más bonito (y peligroso) del mundo: flota, se mueve y no todos los conductores logran ‘surfearlo’ hasta el final
- La roca que desafía a la gravedad y arrasa en redes: suspendida sobre un abismo de 1.000 metros (y solo apta para los más valientes)
Hace cinco años, China sorprendió al mundo con una construcción que mezcla audacia arquitectónica y un punto de desafío psicológico: el Puente Ruyi, en la provincia de Zhejiang. Suspendido a 140 metros de altura y con un diseño que parece sacado de un boceto futurista, se ha convertido en una de las atracciones más impactantes del país asiático. Su estructura combina el acero con el vidrio y se asemeja a una doble hélice, con curvas imposibles que, desde algunos ángulos, parecen desafiar la lógica.
Este puente de 100 metros de largo no solo es una obra maestra visual, sino también un imán para turistas y amantes de la arquitectura. Desde su inauguración en 2020, más de 200.000 personas lo han cruzado, buscando experimentar la mezcla de vértigo, belleza natural y adrenalina. Para muchos visitantes, atravesarlo supone un reto personal, ya que parte de su suelo es transparente, ofreciendo la sensación de caminar suspendido en el aire sobre un barranco de vértigo.
El diseño lleva la firma del ingeniero He Yunchang, conocido por su participación en el Estadio Nacional de Pekín, más famoso como el ‘Nido de Pájaro’. Su experiencia en grandes proyectos le permitió dar forma a un puente que, además de espectacular, cumple con los más altos estándares de seguridad. Antes de abrirlo al público, fue sometido a rigurosas pruebas de resistencia y estabilidad capaces de soportar el paso de cientos de visitantes a la vez y las condiciones cambiantes de la montaña.
Una obra con simbolismo cultural
El Puente Ruyi no es solo una demostración de ingeniería, también encierra un fuerte simbolismo. Su nombre y forma están inspirados en el ruyi, un cetro ornamental tradicional en la cultura china que simboliza la buena fortuna y el poder. Esa referencia añade una dimensión cultural a la experiencia de cruzarlo, convirtiendo al puente en un espacio que mezcla modernidad con tradición.
Imagen lateral del puente Ruyi en China. (Foto: descubriendochina.org)
El diseño está compuesto por tres pasarelas entrelazadas que evocan la forma de una hélice de ADN. Desde la distancia, la estructura parece flotar entre los picos rocosos del valle de Shenxianju, un área natural que ya de por sí atrae a miles de turistas. En días de niebla, un fenómeno frecuente en la región, el puente y las montañas parecen levitar sobre un mar de nubes, generando una atmósfera casi irreal.
Ese entorno natural, caracterizado por montañas escarpadas, ríos cristalinos y cascadas, potencia el atractivo del puente. La zona cuenta con hasta 80 miradores panorámicos, lo que convierte la visita en una experiencia que combina naturaleza, arquitectura y aventura. Quienes lo cruzan no solo disfrutan del vértigo de caminar sobre cristal, sino también de una de las vistas más sobrecogedoras del este de China.
El vértigo como atractivo turístico
Una de las características más impactantes de esta obra es su suelo de vidrio en varias secciones. Caminar sobre él supone una experiencia que genera adrenalina, ya que deja a la vista el profundo barranco. Para muchos viajeros, se convierte en una prueba de valor: quienes superan el miedo disfrutan de la sensación de estar caminando literalmente por el aire.
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Jorge García González
La seguridad, sin embargo, nunca ha estado en duda. El puente está diseñado con tecnología avanzada que garantiza su estabilidad, incluso frente a condiciones meteorológicas adversas. Desde entonces, el Puente Ruyi se ha consolidado como un referente del turismo de experiencias extremas en China, a pesar de que no ostenta el récord del puente de vidrio más largo del mundo, ubicado en Guangdong con más de 500 metros de altura.
Vista aérea del puente Ruyi en China (iStock)
El Puente Ruyi demuestra cómo la arquitectura puede ir más allá de la funcionalidad, convirtiéndose en un espectáculo que despierta emociones intensas. Entre la belleza del paisaje, el simbolismo cultural y la osadía de caminar sobre el vacío, cruzarlo se ha transformado en una de esas experiencias que se recuerdan para toda la vida.