La Vuelta a España volvió a teñirse de rojo pasión en Asturias. Ayer, el centro Niemeyer de Avilés se convirtió en epicentro del ciclismo con la salida de la decimocuarta etapa, camino de La Farrapona. A las 13.30 se dio la salida oficial, pero mucho antes las vallas ya estaban repletas de aficionados que buscaban una foto, un autógrafo o simplemente vivir de cerca la fiesta de la bicicleta.
La «ilusión» de ver a los ciclistas en directo
«Me hace mucha ilusión ver a los ciclistas en directo», confesaba Mateo Argüelles, de 10 años, con los ojos fijos en los corredores que iban pasando por el control de firmas. Entre la multitud, se escuchaban deseos claros: «Quiero que gane Hugo de la Calle», repetían varios seguidores que aguardaban a su ídolo avilesino. El ambiente festivo también atrajo a personalidades del ciclismo y del deporte asturiano. Cristina Mendo, directora de la Vuelta a Asturias, destacó que «Asturias siempre tiene un amplio abanico de posibilidades» para acoger la ronda española y deseó que siga siendo así «muchos años más». En la misma línea se expresó Javier Guillén, director general de la Vuelta, que reconoció el entusiasmo del público: «Asturias siempre es clave, es vital. En nuestro paraíso siempre venimos a hacer las mejores etapas, y estos días lo han demostrado».
Un campeón olímpico
Bajo un sol radiante, los recuerdos y las anécdotas también circularon entre ex ciclistas. Samuel Sánchez, campeón olímpico, sonrió al señalar que «tenemos el sol y eso hace que Asturias se vea por la tele espectacular». En lo deportivo, se aventuró con una predicción: «En el Angrilu vi a Vingegaard un poco reservado, así que creo que hoy puede dar la sorpresa».
El triple campeón del mundo Óscar Freire admitió entre bromas que «sí que echo un poco de menos la carretera, aunque no las etapas de Asturias, porque son muy duras». Eso sí, remarcó que lo que realmente añora es «el ambiente»: «Para el público es un lujo que las etapas acaben tan arriba».
Entre la admiración y la crítica
Manuel Fernández, masajista del equipo Polti de Malta, se mostró más exigente: «La Vuelta me está pareciendo un poco aburrida, me gustaría que hubiera alguien más implicado en la general más allá de Vingegaard y Almeida».
Con todo, la fiesta en Avilés fue total. Bajo un cielo despejado y con miles de gargantas animando, la serpiente multicolor puso rumbo a los 135,9 kilómetros que separan el Niemeyer de La Farrapona, con un desnivel acumulado de 3.805 metros y la promesa de otra gran jornada de ciclismo en Asturias.
La Farrapona, un hervidero
Como era de esperar, La Farrapona estaba a reventar de público a ambos lados de la carretera hasta la meta. Allí se mezclaban acentos, banderas y experiencias únicas. Gabriel Lopes, de 12 años y llegado desde Portugal, presumía de su hazaña. «El viernes subí el Angliru en menos de dos horas», decía en un castellano titubeante, antes de añadir que «vivir la Vuelta aquí es algo increíble».
Esperanza Guerrero, que viajó desde Badajoz en caravana, relató que había subido desde Villablino para disfrutar de la jornada: «Es la segunda vez que vengo y es maravilloso, me encanta. Quiero que gane un español».
Desde León llegaron Lucas y Martín Ballón, hermanos que se atrevieron a subir en bicicleta por la vertiente leonesa: «Nos pareció durísimo, pero mereció la pena porque Asturias, paraíso natural». Su apuesta era clara. «Queremos que gane Marc Soler», afirmaron con acierto.
Con representación gallega
También había representación gallega. Marcos Codesal, de Lugo, llegó con un amigo tras levantarse a las seis de la mañana. «Se me hizo muy largo, vinimos caminando desde un pueblo y han sido como diez kilómetros», contaba. «Creo que va a ganar Marc Soler, aunque quiero que gane Almeida», explicaba antes de emprender el viaje de vuelta a Lugo para no perderse las fiestas.
Entre los más pequeños destacó Iker Garraizabal, de 11 años y procedente de Irún, que se presentó vestido de torero. Su motivación era clara: «Quiero hacerme famoso y que la tele me grabe».
El esfuerzo que no puntúa
El esfuerzo también dejó huella en José Pérez, que necesitó tres horas para alcanzar la cima: «La experiencia fue muy buena, aunque mis compañeros me hicieron sufrir un poco. Merece la pena, no hay más que ver las vistas». Él y sus acompañantes apostaban por Almeida, aunque reconocían que no lo tenía fácil.
Con la victoria de Marc Soler en La Farrapona, el público asturiano despidió la Vuelta a lo grande. La etapa puso punto final al paso de la ronda española por el Principado, que durante dos días vibró con la emoción del ciclismo en cumbres míticas como el Angliru y La Farrapona. A partir de hoy, el pelotón enfila rumbo a Galicia, con el recuerdo fresco de una afición entregada que volvió a demostrar que Asturias es, también sobre dos ruedas, un paraíso natural.
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