Hay cocinas que exigen agacharse, estirarse o subirse a una banqueta. Y eso, a partir de cierta edad, deja de ser una anécdota para convertirse en un problema. Un mueble alto mal colocado o una zona mal iluminada pueden suponer una caída, un golpe innecesario o simplemente una incomodidad constante. Diseñar cocinas para personas mayores de 65 años no es solo una cuestión de ergonomía, sino de dignidad: se trata de permitir que sigan cocinando, disfrutando y organizando su día a día sin depender de nadie.

«Lo primero es entender bien las limitaciones y necesidades del cliente», afirma Alberto Aranda, interiorista y fundador de Espacios Alberto Aranda. Su estudio lleva más de veinte años abordando proyectos con un enfoque integral, y en ese tiempo ha aprendido que los años no perdonan los errores de diseño. Una cocina puede ser estética, funcional y adaptada a la edad, pero para eso hay que desterrar ciertos automatismos —como llenar las paredes de armarios altos— y pensar en soluciones reales que mejoren la vida cotidiana.

Cocina abierta al salón

En la cocina, abierta al salón, islas con encimera de Techlan y frontal de madera listonada diseño de Jorge Bibiloni Studio, y taburetes CH56, de Hans J. Wegner para Carl Hansen & Søn. 

Eugeni Pons
Muebles bajos, accesibles y sin tiradores

“Reducir, en la medida de lo posible, el uso de muebles altos, ya que dificultan el acceso y complican las tareas de limpieza”, apunta Aranda. Y aunque el consejo parezca sencillo, en la práctica implica rediseñar por completo la distribución clásica de muchas cocinas. A cambio, se gana algo fundamental: autonomía.

En lugar de confiar en las alturas, Aranda apuesta por sistemas de almacenaje inteligentes. “Incorporar muebles interiores con sistemas extraíbles facilita el almacenamiento y mejora la usabilidad”. Hablamos de cajones que se deslizan por completo, bandejas giratorias para esquinas o compartimentos que se abren sin esfuerzo. Todo pensado para que cada cosa esté a mano, sin necesidad de hacer malabares.

LUIS PEIXOTO

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Otro detalle importante, y a menudo pasado por alto, es el de los tiradores. “Optar por muebles sin tiradores para evitar golpes innecesarios, sustituyéndolos por sistemas de apertura mediante golas o tiradores embutidos” es una recomendación que une seguridad con estética. Además, una gola bien integrada da un acabado limpio y moderno sin renunciar a la funcionalidad.

Cocina con isla

Las islas fomentan la conversación alrededor de este elemento.

Javier Bravo
Tecnología y luz: aliados silenciosos

Diseñar para mayores no es sinónimo de hacerlo “anticuado”. De hecho, lo tecnológico cobra aquí una nueva dimensión: la de simplificar. “Seleccionar electrodomésticos equipados con sensores acústicos que faciliten su uso” es una buena forma de evitar confusiones, olvidos o lecturas imposibles. Un pitido que avisa de que el horno está apagado, una campana que se activa sola, o una lavadora con avisos sonoros: pequeños gestos que suman.

En cuanto a la zona de cocción, Aranda tiene claro qué sistema es el más seguro. “Priorizar placas de inducción, ya que al no calentarse la superficie se reducen los riesgos de quemaduras”. Frente al gas o las vitrocerámicas tradicionales, las placas de inducción son rápidas, seguras y eficientes, además de mucho más fáciles de limpiar. Una inversión inteligente a cualquier edad, pero especialmente recomendable a partir de cierta etapa vital.

¿Y qué pasa con la luz? “Potenciar la iluminación en puntos clave, como la encimera y las zonas interiores de los muebles, mejora la visibilidad y la seguridad”. Y no hablamos solo de evitar accidentes, sino también de hacer la experiencia más agradable. Luces LED integradas en los muebles, tiras bajo los módulos altos (cuando los hay), o focos dirigidos a las zonas de trabajo son soluciones que se agradecen cada día.

La estilista Mar Gausachs

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Raquel González Proyecto 15 Abra FOTO©AmadorToril ESTILISMO Cristina Rodríguez Goitia Cocina 2 Diseñar con cabeza y corazón

Una cocina pensada para mayores no tiene por qué renunciar al diseño, ni al estilo, ni a las ganas de estrenar vajilla nueva. Lo importante es partir del usuario y adaptar el espacio a su realidad. En Espacios Alberto Aranda lo tienen claro: “Combinar creatividad y eficacia es nuestra constante más valorada por nuestros clientes”.

Quizá por eso, más allá de las recomendaciones técnicas, lo que subyace en este enfoque es una forma de entender el diseño como herramienta para mejorar la calidad de vida. Aranda insiste en algo tan simple como poderoso: conocer a fondo a quien va a vivir en ese espacio. Escuchar más y proyectar mejor.