Vitigudino ha saldado este sábado una deuda histórica con uno de sus hijos más ilustres. En un acto cargado de emoción y solemnidad, el municipio ha inmortalizado la figura del pintor Vidal González Arenal (1859-1924) con el descubrimiento de una placa conmemorativa en la fachada de la Casa Consistorial, justo cuando se cumple el centenario de su fallecimiento. El teniente de alcalde, José Antonio Pérez Blanco, visiblemente emocionado, ha sido el encargado de desvelar la placa ante la ausencia del alcalde, Javier Muñiz, poniendo el broche de oro a un año dedicado a rescatar y enaltecer el legado del artista.
Este homenaje institucional culmina un intenso periodo de actividades que han buscado reposicionar a González Arenal en el lugar que le corresponde en la historia del arte salmantino. La iniciativa más destacada a nivel provincial ha sido la gran exposición en el Palacio Episcopal de Salamanca, una muestra que ha reunido 34 obras para profundizar en el legado artístico y espiritual del pintor. A nivel local, el tributo ha sido igualmente significativo. Durante el verano, entre el 12 de julio y el 7 de septiembre, la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari acogió una exitosa exposición que combinó tres valiosas obras del artista, custodiadas en el convento de las Madres Agustinas Recoletas, con una importante aportación del Ayuntamiento, que incluyó réplicas de sus cuadros costumbristas, paneles explicativos y la proyección de un vídeo biográfico.
Precisamente, la jornada de este sábado ha comenzado en el interior del templo parroquial, en un acto conducido por el sacerdote Juan Andrés Martín que ha servido para desgranar las múltiples facetas del pintor a través de las voces de quienes han estudiado su obra y su vida.
Un artista polifacético y un hombre de fe
El párroco de Vitigudino, Francisco Fraile, ha sido el primero en intervenir, destacando la dimensión espiritual del artista. «Hemos visto cómo la pintura es un don de dios para los creyentes y no creyentes», ha afirmado, subrayando la versatilidad de un pintor que supo plasmar desde escenas religiosas de profunda delicadeza, como el ‘Entierro de Cristo’, hasta los bailes charros y las bodas serranas. Fraile también ha celebrado el éxito de la exposición local, que ha recibido la visita de unas 800 personas, cuyos comentarios «siempre son favorables».
A continuación, los miembros del grupo ‘Fe y Arte’, Charo Alonso y Javier Blázquez, han ofrecido dos semblanzas complementarias. Alonso se ha centrado en el lado más humano y personal del pintor, un hombre marcado por una infancia difícil tras quedar huérfano. «Es una emoción intensa estar en Vitigudino otra vez, y, sobre todo, pensando que por fin es profeta en su tierra Vidal González Arenal«, ha expresado. Ha invitado a los presentes a observar las «maternidades y paternidades» en sus cuadros, reflejo de un anhelo familiar forjado en la adversidad y de su profundo amor por su tierra, a la que siempre regresaba.
Por su parte, Javier Blázquez ha ofrecido una rigurosa perspectiva histórico-artística, calificando a González Arenal como «el gran pintor de la historia del arte de Salamanca» en el tránsito del siglo XIX al XX. Blázquez ha descrito su estilo como un realismo academicista que, aunque conoció las vanguardias europeas durante sus estancias en Roma, París o Florencia, nunca quiso abrazarlas del todo. «Con González Arenal es lo contrario de que hay artistas que quieren y no pueden; él puede, pero no quiere«, ha sentenciado, definiéndolo como «el más brillante y el mejor dotado de los pintores salmantinos del siglo XIX».
El legado de un maestro
Tomás Gil, director del Servicio Diocesano de Patrimonio Artístico, ha contextualizado la figura del pintor en la renovación cultural que impulsó el obispo Cámara en Salamanca, quien fue clave para su regreso desde Roma en 1904. Gil ha destacado que el legado de Vidal no se limita a sus lienzos, sino que se extiende a sus alumnos. Parafraseando a Fray Luis sobre Santa Teresa, ha señalado: «Se puede decir exactamente lo mismo de Vidal González Arenal, está en sus obras y en sus discípulos«, como González y Zubierna, a quienes transmitió su pasión y el conocimiento de las nuevas tendencias.
En nombre de la familia, Marta García ha cerrado el turno de intervenciones en la iglesia agradeciendo la iniciativa conjunta de la Diócesis y el Ayuntamiento. «Hemos trabajado como un equipo con un objetivo, que ha sido el dar a conocer a este gran pintor salmantino», ha manifestado, compartiendo su emoción al contemplar en persona el retablo de la iglesia, cuyos bocetos había admirado en casa.
Un reconocimiento centenario
Tras el acto en la iglesia, la comitiva se ha trasladado a la Plaza de España, donde el teniente de alcalde, José Antonio Pérez Blanco, ha pronunciado un discurso antes de descubrir la placa. Ha recordado que Vitigudino ya reconoció a su ilustre vecino hace 100 años, tras su muerte, al nominar la calle de la fachada principal de la Casa Consistorial con su nombre. Pérez Blanco ha resaltado la «dimensión humana de su persona», forjada en sus vivencias en Vitigudino y Guadramiro, y su faceta de entrega desinteresada, especialmente en su labor docente en la Escuela de San Eloy de Salamanca, que acogía a «niños de origen humilde». «Su lema era: todo pensionado debe sacrificarse por el pueblo que le ha ayudado. Sin duda, él lo practicó», ha concluido emocionado.
Finalizada el descubrimiento de la placa, en la que reza: «El Ilmo. Ayuntamiento de Vitigudino, a su hijo distinguido, el pintor Vidal González Arenal, por el centenario de su fallecimiento (1925). Vitigudino, 6 de septiembre de 2025», la representante de la familia, Marta García, estampó su firma en el libro de visitas del Ayuntamiento.
Al acto han asistido los concejales del equipo de Gobierno, Chago Vicente, Germán Vicente e Isabel Cañizal, y por la oposición, las concejalas del PP, Luisa de Paz y María José Vicente. Por la relación que el pintor tuvo con Guadramiro, también asistió su alcalde, Albert Calderón. Asimismo, ha estado presente la diseñadora gráfica y miembro de ‘Fe y Arte’, Carmen Borrego, en una jornada que refrenda, un siglo después, el lugar de honor que Vidal González Arenal ocupa en el corazón de su pueblo natal.