La Asociación de Tenis de EE.UU. (USTA, en sus siglas en inglés), la organizadora del US Open de tenis, ha exigido a las televisiones y radios con derechos en el torneo que no emitan el posible abucheo o pitada que puede recibir … Donald Trump, que acudirá a ver la final de este domingo entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner.
Una directiva interna advierte a los medios de que se enfocará al presidente de EE.UU. durante la interpretación del himno nacional, que ocurre en la previa de la gran mayoría de eventos deportivos del país.
La presencia de Trump en Arthur Ashe, la pista central del US Open, en la gran final del último ‘grand slam’ de la temporada había sido confirmada este viernes tanto por la Casa Blanca como por la organización del torneo.
En cuanto se tuvo conocimiento de la visita, una de las cuestiones que se han debatido en el torneo es si Trump aparecería por las pantallas gigantes del estadio, lo que con probabilidad provocaría abucheos y pitidos.
Esa directiva deja claro que se busca minimizar la bronca a través de esas dos estrategias. Por un lado, tratar de censurar a las cadenas con derechos para que no se enfoquen en ello. En ese documento, al que han tenido acceso varios medios estadounidenses y que fue revelado en primer lugar por el especialista en tenis Ben Rothenberg, la USTA dice: «Pedimos a todas las cadenas que se abstengan de mostrar cualquier disrupción o reacción de cualquier forma en respuesta a la presencia del presidente».
Por otro, que se enfoque al presidente por la pantalla gigante durante la interpretación del himno -y no en los descansos de los partidos, como ocurre con los famosos que pueblan las gradas de Arthur Ashe- puede tener la intención de minimizar esa bronca: muchos se abstendrán de abuchear o pitar como forma de respeto al himno.
Las circunstancias de la pista central del torneo neoyorquino también pueden tener impacto en este episodio: Arthur Ashe es el estadio de tenis más grande del mundo, con capacidad para más de 23.000 personas, una caldera atronadora en los momentos agitados de los partidos. Este domingo, con amenaza de lluvia, es probable que se juegue con la cubierta cerrada, donde cualquier reacción a la visita de Trump retumbará con más fuerza.
Una visita polémica
La USTA comunicó también que Trump no ha sido invitado por el torneo, sino por un cliente que tiene un palco. Rothenberg desveló también que ese palco es de Rolex, la casa de relojes de Suiza, que tiene mucha presencia en el mundo del tenis. Una de sus imágenes icónicas es la de Roger Federer, uno de los grandes dominadores del tenis del siglo XX. Pero en la actualidad, Rolex también patrocina a algunos de los mejores tenistas actuales, como Coco Gauff, Iga Swiatek y los dos protagonistas de la final, Sinner y Alcaraz.
El tenista murciano ha dejado claro que él no estará entre quienes abucheen a Trump este domingo: «Es un privilegio para los torneos que vengan los presidentes de cada país para apoyar el torneo, apoyar el tenis, apoyar el partido», dijo Alcaraz después de ganar su semifinal contra Novak Djokovic este viernes. Añadió que tratará de que la presencia de Trump y de todo lo que le rodea no le despiste, no le ponga nervioso. «Pero pienso que es muy bueno para el tenis que el presidente esté en la final», insistió.
Para Trump, venir a Queens, el distrito neoyorquino donde está Flushing Meadows, el escenario del US Open, es volver a casa. El ahora presidente se crió en Jamaica Estates, un barrio en Queens a quince minutos de donde está el torneo y todavía más cerca de donde se celebraba cuando él era niño, en Forest Hills. De hecho, el colegio al que acudió está muy cerca de ese parque.
Trump ha sido un aficionado al tenis toda su vida. Le ha gustado practicarlo aunque ahora -a los 79 años- opte siempre por el golf. Pero antes de desembarcar en política, como ‘celebrity’ de los negocios y de la televisión, era un fijo todos los septiembres en Flushing Meadows. La última vez que vino fue en 2015, tres meses después de haber anunciado su candidatura a la presidencia para las elecciones de 2016, las que le llevaron a la Casa Blanca por primera vez. Para entonces, ya había dicho aquello de que los inmigrantes mexicanos eran criminales y violadores y había dinamitado las primarias republicanas con su estilo rupturista de hacer política. Cuando le mostró la pantalla gigante, en un partido entre las hermanas Serena y Venus Williams, se llevó una pitada sonora.
La visita de Trump se enmarca dentro del creciente gusto del presidente de EE.UU. por aparecer en grandes eventos deportivos. Lo hizo en el mayor de todos, en la Super Bowl, a comienzos de febrero, pocos días después de jurar el cargo. Allí las aficiones de Kansas City Chiefs y Philadelphia Eagles le recibieron con división de opiniones. Sí fue abucheado en otro evento con público menos favorable, en la final del Mundial de Clubes, disputada a las afueras de Nueva York en julio (y donde se coló, para sorpresa del capitán del ganador, el Chelsea FC, en el momento de la celebración al levantar la Copa).
En otras ocasiones, ha visitado eventos deportivos donde es idolatrado. Por ejemplo, en las carreras de coches de Daytona 500, una de las competiciones más populares en EE.UU., donde se regaló una vuelta al circuito a bordo de ‘La Bestia’, el coche blindado presidencial. Pero a donde ha ido en más ocasiones es a peleas de la UFC, donde es reverenciado.
La presencia de Trump en el US Open también ha obligado a la organización ha reforzar al máximo las medidas de seguridad. La organización ha advertido a quienes van al torneo este domingo que vayan con tiempo ya que se establecerán controles similares a los de la entrada a un aeropuerto. El presidente de EE.UU. se salvó de milagro de un intento de asesinato el verano pasado, cuando todavía era candidato a la Casa Blanca, cuando fue tiroteado en un mitin en Pensilvania. Una bala le hirió en una oreja en aquella ocasión, que no fue la última vez que alguien trató de quitarle la vida. También en campaña, el Servicio Secreto detuvo a un hombre que buscaba disparar a Trump desde las afueras de un campo de golf en el que disfrutaba de su deporte favorito.