La Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias (HUC) presta servicios «excelentes». Tan es así que la Sociedad Española de Cardiología (SEC) le ha otorgado recientemente la acreditación SEC-Excelente. Se trata de un reconocimiento oficial que atribuye la entidad a aquellas unidades que alcanzan niveles extraordinarios y contribuyen a una atención sanitaria más eficaz, segura y centrada en el paciente —gracias a la calidad de los servicios prestados—. Oficialmente, el equipo recibirá el diploma acreditativo el próximo 24 de octubre, en una celebración anual que, en esta ocasión, tendrá lugar en Granada. Es un reconocimiento que coincide con la celebración, este lunes 29 de septiembre, del Día Mundial del Corazón.
La unidad está formada por un equipo multidisciplinar y completo. Además de disponer de una cardióloga, un médico rehabilitador, una enfermera y una fisioterapeuta —que es lo básico para componer una unidad de este tipo—, el equipo suma una auxiliar de enfermería a tiempo parcial, un psicólogo y una trabajadora social. «El objetivo de la rehabilitación cardiaca es modificar fundamentalmente el estilo de vida de los pacientes que se han sometido a una intervención cardiovascular, intentando evitar la aparición de factores de riesgo o si ya los tienen, mantenerlos controlados», indica Idaira Hernández, cardióloga y coordinadora de la unidad. Además, fomentan un estilo de vida saludable. «Eso significa dejar hábitos tóxicos, cuidar la alimentación e implementar ejercicio físico», agrega.
Pacientes
Aunque el reconocimiento de la SEC no es la única valoración positiva que reciben estos servicios. Pacientes como Dácil Robayna opinan que es una suerte contar con una unidad de este calibre. Ella se sometió a una operación de corazón abierto por un problema congénito y ahora acude con frecuencia para retomar su vida de antes . «Me siento una privilegiada por haber podido contar con este equipo. Me han ayudado física y emocionalmente a empezar de nuevo con mi vida y para mí eso ha sido imprescindible«, añade.
Los pacientes que acuden a este servicio suelen ser personas con cardiopatía isquémica, una enfermedad que afecta a las arterias del corazón y las obstruye. «Esta patología va evolucionando con el paso de los años y el crecimiento de esa placa que atasca las arterias se ve favorecido por determinados factores», detalla la cardióloga. Esos factores de riesgo son el tabaco, el sedentarismo, la obesidad y sobrepeso, el colesterol y la diabetes. «La buena noticia es que se puede controlar y modificar a través de tratamiento y hábitos saludables», recuerda Hernández. No obstante, advierte que hay factores genéticos que intervienen. También tratan otras enfermedades como el síndrome de insuficiencia cardíaca o a pacientes operados por dificultades en válvulas del corazón, entre otras muchas circunstancias.
Proceso
El proceso al que se somete el paciente cuando ingresa en rehabilitación cardiaca se divide en tres fases. En la primera, la persona se encuentra hospitalizada tras haber sufrido alguna complicación cardiovascular y es el cardiólogo el que emite una interconsulta. Así, la enfermera Miriam Dorta y la fisioterapeuta Gloria Mesa son las encargadas de valorar al paciente en planta y tener esa primera toma de contacto. «Analizamos qué factores de riesgo cardiovascular puede presentar, le ofrecemos nuestro programa y vemos si está interesado en participar», cuenta Dorta. Una vez que ellas consideran que es apto para recibir los servicios, pasa a disposición de la unidad. Aunque no siempre se trata de un proceso lineal. «Hay veces que el paciente no está seguro o presenta unas condiciones específicas y, en función de cada caso, podemos derivarlo directamente al psicólogo«, matiza la enfermera. Es el caso de aquellas personas con problemas de tabaquismo o toxicidad alcohólica.
«Desde el punto de vista fisioterapéutico, también hay personas que presentan limitaciones articulares, musculares o neurológicas que les impiden hacer algún ejercicio y es mejor derivarlos directamente al médico rehabilitador —que se encarga de hacer una exploración más exhaustiva—», agrega Mesa. La sanitaria valora aspectos como el equilibrio y la fuerza para comprobar que no hay ninguna anomalía que impida al paciente acudir a la segunda fase. «Lo más importante es ver que va a funcionar mejor para que el paciente tenga una buena adherencia y proceder según las circunstancias», confiesa. En cualquier caso, los pacientes siempre reciben pautas sobre cómo llevar la situación posterior a su ingreso. Pues en esa primera fase, las profesionales les aconsejan sobre el manejo de los factores de riesgo, la toma de medicación y el ejercicio físico como el elemento fundamental.
Antes de comenzar la segunda fase, los pacientes regresan un mes a casa para poner en práctica esos consejos y conseguir, poco a poco, una mejora. Cuando se cumple ese plazo, se someten a una prueba de esfuerzo para conocer su capacidad funcional. «Así podemos ver su nivel de riesgo (bajo, medio o alto) y adaptar la rehabilitación a su condición», explica Mesa. Y ya metidos en esa segunda fase, deben acudir de forma presencial al hospital. «Dependiendo de cada caso, realizarán más o menos sesiones de ejercicio monitorizado y controlado», cuenta la enfermera. Y añade que también reciben sesiones educativas sobre los beneficios del bienestar físico y el manejo de los factores de riesgo.
Fuera de lo físico
La unidad también presta especial atención a aspectos que van más allá de lo físico. En este sentido, la trabajadora social Montserrat Torres se encarga de citar a cada paciente y valorar su situación económica, social y familiar. «En caso de que necesiten orientación, ya sea para tramitar un grado de discapacidad o cuestiones relacionadas con la incapacidad laboral, le ayudamos», aclara. Además, en aquellos casos en los que la situación económica es especialmente vulnerable y el paciente requiere de medicación, se coordinan con los servicios sociales de la zona para garantizar esa ayuda.
Por su parte, el psicólogo clínico José María Pereira se encarga de los factores psicosociales y emocionales que acarrean las patologías cardiacas. Además del ejercicio físico y educacional, los pacientes reciben sesiones terapéuticas. «Yo trato a los pacientes individualmente y en grupo. La idea es que aprendan a gestionar esas emociones negativas de la enfermedad, ya que el ingreso en un hospital por patologías de este tipo puede ser muy traumático», señala. En este contexto, las terapias grupales, según cuenta, se presentan como una herramienta fundamental para que establezcan un vínculo entre iguales. «Además, con las sesiones individuales tengo la oportunidad de evaluar a cada persona y, en aquellos casos en los que las emociones negativas persisten o les resulta complejo dejar hábitos tóxicos, los derivo a Salud Mental», matiza.
Cuando el paciente completa todas sus sesiones, el proceso de rehabilitación cardiaca llega a su fin y se somete a una última prueba para evaluar su progreso. «La idea es que pongan en práctica los conocimientos adquiridos en esa tercera fase, que es la vuelta a rutina, y puedan disfrutar de su vida con normalidad. Igual que antes del ingreso o incluso mejor, gracias a la incorporación de los hábitos saludables», concluye la cardióloga y coordinadora de esta excelente unidad.
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