No podía perdérmelo. Ustedes me lo van a perdonar. Ya sé que la cosa va de lujo y festejos, pero, ¡no me digan que no lo merecía una Huelga General de los Sindicates exigiendo la paz en Gaza! Si es que somos unos cachondos. Me … puse la banderita esa blanca con lunares negros al cuello, y para Cibeles que me fui moviéndome como una chulapa que sabe que esa noche pilla.

Israel y Hamás ya estaban de capitulaciones (excepto para los gazatíes asesinados por Hamás por no ser de Hamás), pero los esenciales representantes de los no trabajadores decidieron dar un golpe en la mesa y salir a la calle para decir «¡basta!». Llevaban cerca de ocho años pelándose la gamba, y justo cuando deciden parar el país por la paz en Gaza, resulta que ya hay paz en Gaza. Bueno, pues ya que estamos, pues por los moros asesinados en las Cruzadas, por los que naufragaron cuando ‘conquistaron’ América, y yo qué sé; ¿qué te parece por Franco? Pues eso; somos la última barrera, Antonio. Sujétame el Krug que hoy nos ganamos la pasta.

Casi voy a Barcelona a la cena del premio Planeta. Se lo han dado a Juan del Val y yo me alegro de que los trenes funcionaran mal. Por una vez voy a estar de acuerdo con Puente que, al final, en menudo lío se ha metido trabajando para su jefe. Luego verás quién te habla cuando se apaguen las luces. La cosa de la cena, como se hace en ‘streaming’, la seguí en la barra de un bar cerca de la Estación de Atocha. A Barcelona no me iba a llevar la ‘palestina’, aunque ahí hay de todo. Pero como estaba seguro de que me iría de fiesta llevaba el traje puesto y un cepillo de dientes en el bolsillo interior de la chaqueta.

Me pedí un ron con hielo y convencí al camarero del bar que me dejara fumar en la terraza mientras lo permitiera el invierno. No sé en qué mesa ni con quién me habría tocado, pero me alegré por no estar sentado al lado de una becaria de marketing de Planeta, como siempre me ocurre. Entonces Carmen Posadas, que es la cara de Planeta y siempre anuncia al ganador, dijo Juan del Val. Y volví a alegrarme de que Puente tenga a Renfe como pollo sin cabeza. Así que aproveché para irme de juerga por Madrid para celebrar que antes el Planeta lo ganaba Paco Umbral o Juan Marsé.

Y pedí otro ron con hielo en un bar porque me daba mucha envidia que Juan del Val ganara un millón de pavos. Y entonces me pedí otro ron con hielo porque yo no sé qué haría si ganara un millón de pavos. Después pensé que Planeta tiene una cosa muy buena: le importa un bledo que yo perdiera el tren, que lo gane Juan del Val o que Puente tenga a Renfe hecha trizas: a Planeta le importan sus números y a mí me jode que Juan del Val esté en sus números y yo no. Así que lo del prestigio lo dejamos para otro día; si total, seguro que le habrían puesto una cucharada de caviar al rape.

Menuda semana. Entre la Huelga General y la no cena de los Planeta se me había olvidado lo del quinto aniversario de Flabelus, que es una cosa muy divertida y muy loca que hacía una fiesta rollo Sisí Emperatriz algo retro. Resulta que era la misma noche que el Planeta, pero como había perdido el tren a Barcelona y llevaba puesto un traje, Madrid me volvió a regalar esas pequeñas cosas que la convierten en una ciudad tan eléctrica. Taxi y a palacio.

La decoración era una locura: bailes, conciertos en directo, pintores pintando emperatrices, cuadros moviéndose… Ya no se saben qué inventar. No puede reconocer a nadie porque todos parecían una princesa austriaca. Lo mejor de todo es que tenían ron aunque me costó convencer al camarero para que me diera su opinión sobre el Planeta a Juan del Val. Él decía que lo debió ganar Nuria Roca. Yo le insinué que Trancas o Barrancas. Tiempo al tiempo, amigo. Apuré de un sorbo el resto de la bebida y decidí volver a casa. Era una noche triste. Excepto para uno.