Hace ya diez años que la Unidad de Rehabilitación Cardiaca comenzó su andadura junto al gimnasio del hospital Río Carrión del Complejo Asistencial Universitario de Palencia (Caupa). Este fue un proyecto pionero en Castilla y León, impulsado por el cardiólogo José María Asín, y se convirtió en el primer recurso de estas características dentro del sistema de salud autonómico. Su objetivo desde el inicio ha sido claro: facilitar la recuperación de las personas que han sufrido una enfermedad cardiovascular y acompañarlas en el proceso de retomar su vida cotidiana con mayor seguridad, confianza y calidad de vida. A lo largo de estos diez años, más de 500 personas han sido atendidas en esta unidad, donde han recibido cuidados terapéuticos adaptados a sus necesidades.

Los profesionales sanitarios del servicio de Cardiología son los encargados de la derivación del paciente a la unidad, principalmente por patologías como infartos de miocardio, cirugías cardiacas, valvulopatías e insuficiencias cardiacas. Un equipo multidisciplinar supervisa la asistencia terapéutica al paciente, bajo la coordinación de la doctora Iria Duró, jefa de Cardiología; el doctor Vicente Álvarez, médico rehabilitador; la psicóloga Luisa María Marcos; la enfermera Angelina Álvarez; y las fisioterapeutas Pilar Vallejera y Judith Salas.   

Según explican desde el equipo, el programa tiene una duración media de seis semanas, aunque esta puede variar en función de las necesidades individuales de cada paciente. Se desarrolla de lunes a viernes y combina ejercicio físico supervisado, formación en salud y apoyo psicológico, con el objetivo de facilitar una recuperación integral tras una enfermedad cardiovascular. Así, por ejemplo, en el capítulo de entrenamiento físico (lunes a jueves), cada jornada incluye diferentes fases de actividad adaptadas a la capacidad de cada participante (calentamiento inicial, ejercicio aeróbico -en cicloergómetros y cinta de andar-, enfriamiento y estiramientos y ejercicios de fuerza dos veces por semana). El programa también incluye sesiones grupales semanales, centradas en el manejo emocional. En ellas se trabajan aspectos como la gestión del estrés, los miedos, la ansiedad y la motivación para el cambio de hábitos, con el fin de acompañar al paciente en su proceso de adaptación y recuperación.

objetivos. Los objetivos principales de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca, como expone su equipo, es la recuperación física y emocional tras una enfermedad cardíaca, cambiar hábitos de vida (dejar el tabaco, hacer ejercicio regular y seguir el tratamiento médico correctamente) y empoderar al paciente para que mantenga su salud tras finalizar el programa.

Desde el equipo de este recurso del Caupa se hace hincapié en los «muy altos niveles de satisfacción (mejora física, emocional y social)» de los pacientes, la baja tasa de abandono (la mayoría completa el programa), y en que se fomentan redes de apoyo entre pacientes, incluso fuera del centro.

recuperación. La Unidad de Rehabilitación Cardíaca se ha convertido en un espacio fundamental para la recuperación integral de pacientes que han sufrido eventos cardíacos, como infartos. A través de sus testimonios, varios pacientes coinciden en destacar no solo los beneficios físicos del programa, sino también el impacto emocional que tiene en su proceso de recuperación.

Ana Hontiyuelo, quien sufrió un infarto en mayo, destaca cómo la rehabilitación ayuda a «coger fuerza» para que el corazón recupere su capacidad. Agradece el ambiente del grupo, que describe como divertido y ameno: «no se hace pesado para nada». Aunque el ingreso a la unidad depende de la disponibilidad, una vez dentro, el programa estructurado incluye calentamiento, ejercicios en bicicleta y sesiones con una psicóloga los viernes. Hontiyuelo resalta la exigencia de las sesiones, especialmente cuando hay que simular una subida en la bicicleta, pero también el acompañamiento constante del equipo. 

Diego Vega, de 46 años, es un paciente reincidente en el programa, tras haber sufrido dos infartos. Aunque físicamente se encontraba bien, reconoce que a nivel emocional necesitaba apoyo: «vale muchísimo porque ves a más gente en tu misma situación». Para él, la unidad representa un espacio de aprendizaje donde se vuelve a «aprender a vivir». Subraya la importancia de mantener los hábitos saludables también fuera, como el ejercicio regular y la alimentación equilibrada.

Alberto Domingo, otro de los pacientes, ha adoptado el hábito de salir a caminar todos los días, reconociendo que mantenerse activo es clave, no solo para el cuerpo, sino también para la salud mental: «sobre todo para la cabeza».

David Aznar, que también sufrió un infarto en mayo, comenzó su rehabilitación en junio. Él destaca el ambiente cercano del grupo: «echamos cuatro risas todas las mañanas», aunque admite que el tramo más duro del entrenamiento es cuando simulan subir montaña en la bici. Gracias al programa, ha mejorado su estilo de vida: «antes no me cuidaba, ni me tomaba las pastillas».

Todos los pacientes coinciden en resaltar la calidad humana y profesional del equipo de la unidad, que está «muy pendiente» de cada uno. El apoyo del grupo también es clave, y es que compartir experiencias con otras personas en la misma situación ayuda a no sentirse solo. «Te crees que eres tú solo, y hay un montón de infartados», señala uno de ellos, lo que refleja la importancia del factor emocional y comunitario en la recuperación. Se crea un ambiente de compañerismo que  describen como «una familia».

La Unidad de Rehabilitación Cardiaca no solo ayuda a los pacientes a recuperar su forma física, sino que también los refuerza emocionalmente, les enseña a cuidarse y les permite reconstruir su vida después de un infarto. El sentimiento general es claro: uno sale con las pilas puestas y con una nueva perspectiva de vida.