Iker Cortés

Jueves, 23 de octubre 2025, 18:27

| Actualizado 18:37h.

Para Scott Derrickson fue «sumamente gratificante» que los espectadores acogieran tan bien ‘Black Phone’ cuando se estrenó en 2022. Basada en un relato de Joe Hill, la película, que colocaba a Ethan Hawke en el papel del Captor, un sádico asesino que encierra a niños en un sótano insonorizado, recaudó 160 millones de dólares en todo el mundo. «Mucho de ella -deja caer en las notas de producción- venía de mi infancia, y que ciertas emociones personales conectaran con tanta gente, sobre todo jóvenes, dio sentido a algunos de mis recuerdos más oscuros. En cierto modo, sentí que todo tenía un propósito».

El éxito de la entrega original, a caballo entre el terror sobrenatural y un inquietante realismo, pronto hizo pensar en la posibilidad de una segunda entrega, aunque «en ningún momento me pareció que Black Phone estuviera inacabada», apunta el director de títulos como ‘Sinister’ o ‘Doctor Strange’. Un correo electrónico de Joe Hill con un concepto básico «genial» para la misma -el Captor quiere vengarse de Finn y llama desde la tumba- le hizo cambiar de opinión a un cineasta que hasta el momento no había dirigido una secuela. «Me di cuenta de que si esperaba unos años, hasta que los personajes fueran un poco mayores, los protagonistas podían ser chicos que ya van al instituto. La historia de Finn y de Gwen merecería ser contada de nuevo», relata.

Scott Derrickson da indicaciones a Madeleine McGraw.

Scott Derrickson da indicaciones a Madeleine McGraw.

Hace cuatro años que Finn logró acabar con el Captor gracias, en parte, a las llamadas que recibió en aquel lúgubre sótano de anteriores víctimas, sin embargo el teléfono no ha cesado de sonar desde entonces. ‘Black Phone 2’, que desembarca este viernes en las salas de cine, arranca también con un telefonazo: el que marca Hope Adler desde Alpine Lake, un campamento cristiano situado en las montañas rocosas de Colorado que echó el cierre a finales de los cincuenta. Corre el año 1957 y Hope no sabe a quién está llamando, pero los números que ha marcado son los que unos niños, que se le aparecen en unos extraños sueños, están dibujando bajo la capa helada del lago. La acción salta entonces a 1982. El trauma del cautiverio no deja de hacer mella en Finn, de 17 años, que se coloca con maría para tratar de escapar de la muerte de su buen amigo Robin y de unas llamadas que no dejan de asediarle.

Tres fotogramas de la película.

Imagen principal - Tres fotogramas de la película.

Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la película.

Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la película.

No es el único con problemas. Mientras lidia con el acoso de algunas de sus compañeras de clase, Gwen, la hermana pequeña de Finn (Madeleine McGraw), está empezando a experimentar una serie de pesadillas donde ve a niños que corren aterrorizados bajo una intensa nieve hasta que, finalmente, son descuartizados. Los sueños acaban con los pequeños dibujando unas iniciales, nuevamente bajo la capa de hielo del lago. El problema es que las pesadillas son cada vez más reales y aterradoras. Con el fin de acabar de una vez por todas con la maldición la joven de 15 años convencerá a su hermano y a Ernesto, un potencial noviete, para viajar hasta Alpine Lake y resolver el misterio.

Sobre estas raíces crece una segunda entrega que, además de mirarse en la primera parte, toma ideas prestadas de franquicias tan queridas como ‘Pesadilla en Elm Street’. Porque sí, las amenazas que Gwen recibe en sus sueños pueden acabar costándole la vida y darán pie a elementos que ya hemos visto en otros clásicos del género. «Estoy seguro de que todas las películas de terror que vi en los años 80 siguen influyéndome de forma inevitable e invasiva. ‘Pesadilla en Elm Street’ es la más obvia, y también, claro, algunas de las imágenes clave de la mucho más oscura ‘Cortinas’. Para quien haya vista esta última, el homenaje es claro y descarado», reconoce el realizador.

Decisiones fallidas

Sin embargo, a diferencia de la saga alumbrada por Wes Craven, en ‘Black Phone 2’ no se juega a difuminar la frontera entre el sueño y la realidad, al contrario. El cineasta ha apostado por el Super 8 para desarrollar los fragmentos en los que Gwen sueña, buscando sus imperfecciones, su inestabilidad y el sonido que hace la cinta al arrastrarse. «Vibra y proporciona aberraciones visuales totalmente impredecibles, para bien y para mal, en el revelado. Me parece inquietante», señala Derrickson. Son quizá las partes más interesantes de una película entretenida, pero no tan disfrutable como la primera. La cinta, además, falla al decidir, por ejemplo, cambiar las reglas en un momento determinado o en la previsible, y un poquito ridícula, secuencia de ‘terapia grupal’ donde se vislumbra el camino hacia el final y se explicita el tema de toda la película: ese pecado y ese trauma que se traspasa de padres a hijos y, en este caso, también a hermanos.

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