Todos los ojos están puestos este martes en la previsible victoria del socialista Zohran Mandani en las elecciones a la alcaldía de Nueva York, pero … lo verdaderamente trascendental de los primeros comicios que salpican el país un año después de que Donald Trump ganase la presidencia es menos mediático: los gobiernos de New Jersey y Virginia medirán la fuerza de ambos partidos, mientras que un referéndum en California decidirá la suerte del Congreso.

Para los votantes demócratas, esta es la oportunidad de dar un grito en las urnas. De protestar por el desmantelamiento de la democracia y de decir no a las políticas de Trump. Los republicanos, por su parte, buscan un espaldarazo a lo Javier Milei, que deje callados a los opositores.

El referéndum sobre el poder es literal en California, porque allí se verá quién está dispuesto a reescribir las reglas del juego con tal de frenar a Trump y a su partido. La Proposición 50 –una enmienda constitucional que permitiría al legislativo redibujar los distritos electorales hasta 2030– ha transformado una cuestión técnica sobre el mapa de los distritos en una batalla de identidad política. Es, también, una guerra personal entre el gobernador Gavin Newsom y su antecesor Arnold Schwarzenegger.

Newsom flirtea desde hace mucho con la candidatura presidencial del Partido Demócrata e intenta posicionarse como el hombre que plantará cara a Trump, con una formación a la deriva. Cuando Texas redibujó a capricho las líneas de sus distritos electorales al Congreso para proporcionar al Partido Republicano los cinco escaños que necesita el año que viene para retener la Cámara Baja, Newsom advirtió que California haría lo mismo. Un crimen confeso que desató la ira de Schwarzenegger, ya que la independencia de la Comisión que define el mapa electoral forma parte de su legado.

Un pulso nacional

La campaña se ha vuelto también un espejo del pulso nacional: Silicon Valley contra Sacramento; Hollywood contra Orange County; Obama contra Trump. El expresidente Barack Obama entró en la arena hace dos semanas con un mensaje grabado en el que advertía que lo que está en juego es la democracia. «Si no se actúa ahora, los republicanos seguirán dibujando el mapa de la nación con reglas amañadas», decía. Detrás venía la constelación de estrellas progresistas al uso: Leonardo DiCaprio, Kerry Washington y Mark Ruffalo, que grabaron vídeos virales en favor del «Sí a la 50», con el eslogan «Proteger la Democracia, Proteger California».

Suena a revival de las elecciones generales que dieron la victoria a Trump, pero esta vez los votantes saben que el cuento del lobo no es solo una fábula.

No podía faltar, del lado republicano, Elon Musk, que desde X ha amplificado el lema trumpista «Stop the Power Grab». A su estilo, el fundador de SpaceX ironizó que «si California cambia el mapa cada vez que pierde, pronto necesitará otro planeta para redistribuir».

Más allá de los nombres y los vídeos virales, la Proposición 50 revela la decisión de ambos partidos por convertir los mapas electorales en armas de supervivencia. Ante Trump, todo vale. El magnate ha cambiado las reglas del juego. El «cuando ellos juegan bajo, nosotros lo hacemos alto» que popularizara Michelle Obama en la campaña contra Trump de 2016, ya no tiene cabida en una guerra sin cuartel por la supervivencia de la democracia.

El termómetro de esa furia lo pondrán los gobiernos de Virginia y Nueva Jersey, donde las elecciones son un pulso entre las dos Américas. Por eso, la gobernadora demócrata Abigail Spanberger, una exagente de la CIA que lleva ventaja en las encuestas por la reelección se ha mantenido alejada de las figuras progresistas del Partido Demócrata.

La mejor expectativa de los conservadores está en New Jersey, donde la victoria del empresario Jack Ciatarelli sería el momento Trump que andan buscando. Por allí han pasado para ayudarle el rockero Kid Rock y el presentador Tucker Carlson, mientras que Taylor Swift ha grabado un anuncio con guiño demócrata en el que pide «votar por los que creen en el futuro». Si el futuro resulta ser para el italoamericano amigo de Trump, o este roza a la demócrata Mikie Sherrill, la agenda de Trump saldrá reforzada y el Partido Demócrata podrá considerarse oficialmente en apuros.