Sevilla vive un cambio de época en su coso del Baratillo. Recién nombrado empresario de la Plaza de Toros de Real la Maestranza de Caballería, José María Garzón, acumula ya una trayectoria destacada en la gestión taurina —al frente de la empresa Lances de Futuro— y encara este nuevo desafío con ilusión, pragmatismo y un planteamiento que mezcla tradición y renovación.

«Es el sueño de mi vida, empecé desde muy pequeño», confiesa un visiblemente emocionado Garzón. «Estoy agradecido a Dios y a la Real Maestranza de Caballería que haya confiado en mi, me acuerdo ahora mismo muchísimo de mis padres que desde el cielo siempre me han ayudado».

Su desembarco en Sevilla llega en un momento de cambio de ciclo. La Maestranza entra en una nueva etapa tras el final de un contrato casi centenario, y el reto de gestionar una de las plazas más exigentes del mundo recae ahora en un empresario que ha hecho de la modernización y la sensibilidad taurina su tarjeta de presentación. Garzón no es hombre de grandes aspavientos, prefiere la sinceridad directa: «Me voy a poner a trabajar desde mañana mismo para hacer cumplir mi obligación y mi vocación».

A su juicio, el primer objetivo es devolver a la plaza una presencia constante en el día a día de la ciudad. «Trabajar, trabajar y trabajar como en todas las plazas que he gestionado. Con total humildad y haciendo partícipe a toda la ciudad».

En su agenda ya figuran proyectos de divulgación taurina, colaboración con instituciones locales y un plan de renovación para los próximos cinco años. Sobre la confección de los carteles, Garzón se muestra cauto, pero deja clara su filosofía: «Tenemos que hablar de la estructura de la temporada: toreros, ganadería, personal… Tengo que empezar de cero, como hacemos en todas la plazas de toros que cogemos nuevas».

El flamante nuevo empresario de Sevilla agradece también a todo su equipo: «Tengo un gran equipo, yo soy uno más. Yo trabajo en equipo y así seguiremos en Sevilla». Su única ambición es que la ciudad sienta su plaza viva, cuidada y respetada.

En sus palabras se adivina la emoción en la voz entrecortada, en el que dice ser: «el día más feliz de mi vida». Esta nueva etapa que se abre no será solo un nombramiento administrativo, sino una apuesta personal. Porque para Garzón —y para Sevilla— la Maestranza es más que un coso: es una forma de entender el mundo.