En un mundo que muchas veces asocia la sensibilidad con fragilidad, la periodista y escritora Debbie Maniowicz decidió dar vuelta la mirada. En su nuevo libro, «Sensibles – 35 historias inspiradoras para que te animes a hacer lo que soñás», de Editorial Planeta, reunió las historias de vida de argentinos de distintas épocas y disciplinas, que convirtieron esa manera de sentir en una fuerza creativa y transformadora. El resultado es un mapa diverso de referentes pensado para ampliar horizontes en chicos y chicas que están creciendo, así como también en los adultos.

La selección de protagonistas incluye artistas, deportistas, científicos, inventores, activistas, educadores y colectivos que lograron dejar huella justamente gracias a su sensibilidad. Entre esas 35 voces, elegimos cinco perfiles que muestran cómo cada uno hizo de su manera única de percibir el mundo un estilo de vida: desde la música y el deporte, hasta el arte contemporáneo y el cine.

Debbie Maniowicz, autora de «Sensibles»: “Me propuse que el eje fuera la sensibilidad porque aunque hoy se habla mucho de emociones, todavía cuesta mostrar la sensibilidad como algo valioso y positivo”.

MARÍA BECERRA: CONECTAR CON MILLONES

Antes de llenar estadios, María Becerra fue una chica de Quilmes que sufrió bullying en la escuela y encontró en la música su refugio más íntimo. Con su voz, escribió desde el dolor y la liberación, convirtiendo esa sensibilidad en canciones que conectan desde lo más profundo y generan identificación, como «Dime cómo hago», «Adiós» y «Desafiando el destino».

No sólo fue la primera mujer argentina en agotar el Estadio River Plate con tres shows en tiempo récord, sino que reafirmó su lugar como una de las artistas argentinas más escuchadas en el mundo. En ese escenario, su autenticidad se impone: la sensibilidad es su marca personal, un puente emocional con su público y una fuerza creativa imparable.

MANU GINÓBILI: INTELIGENCIA Y LIDERAZGO

De chico en Bahía Blanca, Manu no era el que más destacaba físicamente: ni el más alto ni el más fuerte. Su diferencial apareció en otra parte: en la manera de sentir el juego. Supo poner al equipo por encima de él, celebrar una asistencia tanto como un triple y contagiar a todos con su forma de jugar en colectivo. Esa sensibilidad lo llevó de la liga local a convertirse en leyenda con los San Antonio Spurs y en la Selección argentina.

A la par de los títulos y medallas, nunca dejó de volver a su ciudad, involucrarse en acciones solidarias, ni de priorizar a su familia. Su sensibilidad se traduce en leer al otro y potenciarlo: la marca personal de un líder que deja en claro que la verdadera grandeza no está en brillar solo, sino en compartir el camino.

TAMARA TENEMBAUM: DE LO ÍNTIMO A LA CONVERSACIÓN PÚBLICA

Criada en una familia ortodoxa judía, Tamara creció entre reglas estrictas sobre cómo vivir, vestirse y amar. Su sensibilidad la llevó a hacerse preguntas incómodas desde chica, a escuchar su propia voz y a buscar caminos distintos. Esa búsqueda se transformó en libros, clases y charlas donde habla de amor, deseo y libertad con una franqueza poco común.

Filósofa y escritora, convirtió su propia experiencia en un punto de partida para abrir conversaciones colectivas. Hoy, miles de lectores encuentran en ella a alguien que se anima a decir lo que muchos piensan pero no se atreven a nombrar.

AD MINOLITI: MUNDOS POSIBLES, SIN ETIQUETAS

Desde chica, Ad sintió que en el arte podía inventar mundos nuevos. Con colores vibrantes, figuras geométricas y escenarios casi oníricos, crea espacios donde todo se pone en duda: el género, las normas, las jerarquías. Su sensibilidad está en esa capacidad de imaginar realidades distintas y compartirlas con los demás.

Esa mirada la llevó a la Bienal de Venecia y a museos de renombre como el Pérez Art Museum de Miami y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Con un lenguaje propio, convirtió la pintura en un acto de libertad, un lugar para que cualquiera pueda sentirse parte, sin etiquetas ni moldes.

DUKI: LEALTAD, VULNERABILIDAD Y EQUIPO

En su casa siempre le dijeron que el camino era estudiar y recibirse, pero a Mauro lo único que lo movía era la música. Fue la “oveja negra” de la familia, trabajó de lo que pudo y siguió insistiendo hasta que su sueño empezó a tomar forma. Pero lo que parecía una rebeldía terminó siendo una lección de constancia…

Hoy no solo es el máximo referente del trap argentino, sino que también logró que quienes antes dudaban de él se volvieran parte de su equipo. Su papá lleva las cuentas, su mamá gestiona los contratos y su hermano está a cargo del sonido. Además, suele invitar a artistas emergentes a sus shows para darles la oportunidad que a él le costó conseguir. Su sensibilidad se nota en cómo cuida a los suyos y convierte el éxito en red.

Ilustraciones: Francisco Licari