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No es una casualidad que con la llegada del otoño los cuerpos se sientan más pesados e incluso con los tobillos y el abdomen hinchados. Tiene una explicación. No es casualidad: el cambio de estación altera el metabolismo, las hormonas y hasta la forma en la que tu cuerpo retiene líquidos. Te contamos por qué sucede y cómo contrarrestarlo.
El otoño y su efecto oculto sobre tu cuerpo
El otoño no solo marca el final del verano y el regreso a la rutina: es una sacudida fisiológica.
Los días más cortos, el descenso de la temperatura y la falta de luz solar modifican hormonas clave como la melatonina y el cortisol, afectando directamente al metabolismo, la digestión y la retención de líquidos.
Por eso, es habitual que durante estos meses notes más hinchazón, menos energía y una sensación de “llenura” que no necesariamente tiene que ver con la grasa corporal.
1. Retención de líquidos: el cuerpo entra en modo conservación
Cuando bajan las temperaturas, el organismo reduce la sudoración y tiende a retener más agua y sodio.
La menor exposición solar también altera los ritmos hormonales y el sistema linfático se vuelve más lento, especialmente si pasas más horas sentado o con menos actividad física.
El resultado: piernas y tobillos más hinchados, rostro más redondeado, anillos que aprietan y una sensación general de pesadez.
Qué hacer:
* Hidrátate más de lo habitual (aunque no tengas sed).
* Reduce el exceso de sal y alimentos ultraprocesados.
* Prioriza alimentos ricos en potasio: plátano, aguacate, calabaza, espinacas.
* Camina, sube escaleras y mantente activo para estimular la circulación.
2. Digestión lenta e hinchazón abdominal: el estómago también nota el cambio
En otoño el cuerpo busca comidas más cálidas y calóricas, lo que lleva a ingerir más carbohidratos y sodio.
Sumado a una menor exposición solar y menor movimiento, la digestión se vuelve más lenta y pesada.
Esto puede provocar distensión abdominal, gases y sensación de abdomen duro o inflamado, especialmente si se consumen legumbres, cebolla, brócoli o bebidas con gas.
Qué hacer:
* Mastica despacio y evita comer con prisas.
* Evita bebidas carbonatadas y comidas muy grasas.
* Añade probióticos naturales (kéfir, yogur, chucrut).
* Toma infusiones de jengibre, menta o hinojo tras las comidas.
3. Inflamación muscular: el “hinchazón buena” del cambio de rutina
El otoño también suele coincidir con el regreso al gimnasio o al entrenamiento intenso tras el verano.
Ese “efecto bomba” que notas en brazos, piernas o glúteos no es retención, sino microinflamación muscular: el tejido se repara y se llena de nutrientes y agua para crecer.
Qué hacer:
* Estira y haz recuperación activa los días posteriores.
* Duerme bien y mantén una alimentación rica en proteínas y antioxidantes.
* Bebe suficiente agua: la deshidratación agrava la inflamación.
El papel de la luz y las hormonas: el cuerpo se adapta al frío
Con menos luz solar, el cuerpo produce más melatonina (la hormona del sueño) y menos vitamina D, alterando el ritmo circadiano y favoreciendo la retención de líquidos y la lentitud digestiva.
Además, aumenta el apetito por alimentos densos y la tendencia al reposo.
En otras palabras: el cuerpo entra en un modo de “reserva energética”, similar a cómo algunos animales se preparan para el invierno.
Conclusiones: no es solo el frío, es tu biologíaSentirse más hinchado en otoño no es un fallo del cuerpo, sino una respuesta natural a la falta de luz y a los nuevos ritmos hormonales.
Sin embargo, puedes compensarlo fácilmente con hábitos conscientes:
Muévete más, hidrátate mejor y come con calma.
Busca luz natural siempre que puedas.
Equilibra tu dieta con potasio, antioxidantes y probióticos.
Así, en lugar de sufrir el otoño, tu cuerpo podrá adaptarse sin acumular líquidos, sin digestiones lentas y sin perder energía.
